Voy a empezar a escribir sobre mis sueños. algo que he querido hacer desde siempre. Este lo tuve ayer noche.


Formábamos un grupo de arqueología submarina en una zona devastada por la guerra. Las casas habían sido tragadas por el agua del mar, seguramente en algún lugar similar a los países bajos, donde un dique de contención había sido destruido. La devastadora riada terminó el trabajo que la guerra empezó.

Buceamos por los sótanos de una lujosa mansión cuando algo brillante atrae mi atención. Parece un antiguo diario, con una exquisita encuadernación de plata ornamentada. Una pequeña cerradura custodia su contenido y una minúscula llave permanece ahí alojada, como si alguien me invitara a abrirlo. En la portada hay enmarcado un espejo que permanece impoluto y reluciente aun en aquel pútrido lugar. Observo el interior del espejo a través de mis gafas de buceo y me pregunto si ese espejo no serviría en su día para que el propietario pudiera ver su propio reflejo y tomara conciencia de sus sentimientos de manera todavía mas intensa. Así, de esa forma podría plasmar en el cuaderno no solo lo que sentía por dentro, sino también lo que percibía desde fuera. Me pierdo en mis propias elucubraciones y voy girando el diario para recrearme en los gravados de la portada. De repente el ángulo del espejo se centra en lo que tengo tras de mi y veo a través de él la figura de una mujer en camisón, erguida, flotando en el agua como una sirena, mirándome fijamente. Sus ropas y su pelo ondean en el agua, mecidos por las corrientes silenciosas del abismo. Me giro sobresaltado pero no veo nada más que el ruinoso y oscuro sótano inundado. "Es ella" me digo a mi mismo "¡la propietaria del diario!". Subo a la superficie enloquecido por el terror más ancestral, me quito apresuradamente el equipo y abro el diario con nerviosismo. Mi torpeza provoca que un puñado de hojas sueltas caigan a la húmeda escalera del primer piso. Hay mapas, extraños códigos, escritos en lenguas muertas.... Sorteo los escombros intentando evitar a los curiosos que nos han seguido hasta allí. Apoyo el libro en un muro semiderruido para poder subir el resto del equipo hasta un terreno mas llano y en ese momento me doy cuenta que un hombre de aspecto extraño se acaba de fijar en el diario. Está sorprendido, atónito, incluso asustado y noto en sus ojos un singo de codicia. Percibo que sus manos temblorosas ansían tener ese diario y no se porque, pero tengo la extraña sensación que ese individuo esta relacionado con la visión que he tenido en el sótano. Lo recupero al vuelo y me alejo todo lo rápido que me permite la pesada carga del equipo de submarinismo...

Despierto