El gran Ludovico vendía astillas, corpiños y ají
lo que lo convertía en el más poderoso mercader de por aquí.
Su mirada láser y su musculatura de superman
eran sólo superados por su habilidad de hacer choripan,
suaves, deliciosos y grasientos eran sus choripanes
que en exceso producían cagadera y otros males,
pero poco le importaba a la gente de aquellos lugares
que engullían uno tras otro los aceitosos manjares.
Al cabo de un rato la multitud se retorcía de dolor,
tumbados y sufriendo en medio del fecal hedor.
El gran Ludovico supo que debía de salvar el día,
así que con su mirada los mató a todos y seacabófin.
Texto agregado el 01-10-2007, y leído por 122
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Lectores Opinan
01-10-2007
nunca superaras a la poesia dadá 3
oda una guagua... Ivan_Vasquez
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