El desafío de capitalizar la experiencia
1º de Octubre:
Día Internacional de las Personas Mayores
Paciente crónico
Somos un paciente que si bien tiende a mejorar, cada tanto sufre recaídas que hacen temer por su eventual recuperación. La evolución de la humanidad está jalonada de pasos hacia atrás, retrocesos que retardan la marcha y exasperan a quienes estudian su curso, ¿llegaremos alguna vez?
Las principales civilizaciones del mundo arribaron a ese sitial otorgando a sus mayores, un lugar de preponderancia en el asesoramiento, a la hora de tomar decisiones. Planteado el problema, se analizaba y se consultaba a quienes con su experiencia, podían guiar o brindar pautas para un conocimiento más acabado de las posibles soluciones. Eran un as en la manga, para salir airosos de la encrucijada.
El Senado romano y la Gerusía espartana, por citar algunos ejemplos, constituían órganos de consulta con una actividad intensa, producto de los constantes planteamientos y sinnúmero de situaciones que requerían de su consejo.
Viento en la cara
Azuzado por cambios tecnológicos y económicos que terminaron deformando su visión de la realidad, el hombre contemporáneo aceleró su paso, transformando la vida misma en una carrera desbocada en la que ya no importa la meta, ni la forma de llegar, sino la velocidad y sentir el viento en la cara.
Como en la jungla, la consigna vital es “el que no corre, no existe”. Quienes integran el lote de la “gente de edad” (léase, mayores de sesenta) pugnan en desventaja por demostrar que no han desaparecido, en un mundo diseñado para jóvenes… ¿o necios?
Preocupa en consecuencia, la miopía de una sociedad que se desplaza ignorando a gran parte de su población; como si los ignorados, fuesen fantasmas que habitan una dimensión intangible, con contactos esporádicos e intermitentes con el “mundo real”.
Errando la estrategia
Abocado al análisis del tema, comencé a leer, releer, analizar y tragar todo cuanto tenía al alcance en Internet para escribir una editorial, que como un portafolios, desbordara cifras, estadísticas y gráficos sobre el rol de la gente de la tercera edad en el mundo actual. Con el correr de las horas, caí en la cuenta de que había equivocado el enfoque. No se trata de atragantarse con números y variables, sino de buscar bien adentro, en el corazón de los sentimientos y las propias vivencias para, luego de permitir la decantación de lo verdaderamente importante, generar una reflexión bien lejos de las pautas del mercado.
De algún lugar olvidado de mis lecturas, asoma salvadora, la frase pronunciada por algún gran general o estadista: “cada uno plantea su propia lucha, con sus fortalezas y en el escenario que más le conviene”. En ese sentido, quien pretenda defender el rol de nuestros mayores en este presente cuyos valores y principios fundamentales son la capacidad para producir y un materialismo exacerbado al extremo, estará perdiendo la batalla aún antes de haber aprestado la guardia.
¿Cómo se mide en términos de macro economía, el amor inmenso que experimenta un abuelo por su nieto y viceversa? ¿Qué estadística grafica con fidelidad la conversación franca de un adulto joven (como yo) con sus padres, mate de por medio en una tarde tranquila? ¿Cuánto cotiza en los mercados, la comprensión y compañía de una abuela?
Una falacia arraigada
Por momentos llego al convencimiento de que vivimos en un tablado construido sobre mitos indiscutibles, pero mitos al fin. Quien se atreva al cuestionamiento de algunos de estos seudo dogmas, se deslumbrará con la visión de un universo en permanente transformación, reformando lo existente, amoldando la materia prima a las necesidades o metas del momento.
Discrepo con la frase “la experiencia es intransferible” o bien la versión humorística del mismo dicho, “la experiencia es un peine que te llega cuando ya estás pelado”.
De hecho, hoy no sólo te transfieren la experiencia, sino que te la venden… disfrazada. Focalicemos nuestra atención en el auge del “know-how” (saber cómo, tal su traducción al castellano), consistente en la transmisión de los detalles y secretos de un conocimiento recabado por otros, para que al enfrentar un desafío similar, estemos en condiciones de salir airosos, capitalizando una experiencia que si bien nunca tuvimos, en algún momento adquirimos… pagando.
Para concluir la idea y por si quedara alguna duda: la experiencia se transmite, es tan transmisible como los pensamientos o las mismas ideas. Sólo se requiere de interlocutores con voluntad para operar tal transferencia. Eso sí: no hay diálogo posible, cuando una de las partes se niega de plano a escuchar.
Rediseñando el Mañana
Todas las consideraciones vertidas a lo largo de esta columna, sobre los diversos aspectos que en la actualidad conforman la visión que se tiene de las personas mayores, de ninguna manera deben entenderse como una fotografía congelada.
El niño y el joven de hoy, llegarán en algún momento a transitar los mismos caminos y vicisitudes de los adultos mayores actuales. Del respeto, el afecto y la comprensión con que tratemos a nuestros padres y abuelos, dependerá no sólo nuestro porvenir, sino la lenta evolución del ser humano hacia valores más comprometidos con el mejoramiento como personas.
Rodolfo Ávila Salas : Lobo de Barro
Córdoba, Argentina. 1 de octubre de 2007
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