Las religiones
A más de uno le voy a pisar los callos cuando lea esto. Un consejo muy sabio dice; cuando se está en una reunión no se debe hablar de a) política, b) fútbol, c) religión. Pero no estoy en una reunión y además no es que me agrade pisar callos, porque duele, pero lo que trato de hacer con todos mis escritos es tratar de abrir mentes.
Es una tarea muy difícil ya que cada uno tiene sus ideas y dogmas bien establecidos.
Casi todos nacemos con una religión. Nuestros padres nacieron con una y tratan de inculcarle a su progenie lo mismo que les fue enseñado a ellos. Yo también nací con una, aunque mis padres no fueron religiosos. Mis abuelos sí. Pero al pasar los años y estudiar sobre las religiones comparativas, me di cuenta que Dios el hacedor de Todo no comenzó ninguna religión y que ellas fueron fundadas por seres humanos que quisieron destacarse y por lo tanto inventaron instituciones, dogmas y lugares especiales como el paraíso y el infierno. Como ya lo mencioné en un artículo anterior, Jesús fue judío y sus doce apóstoles también. Dejó bien claro que no vino a cambiar sino a hacer cumplir su religión. Por lo tanto la religión católica no debería existir, aunque son muchos millones que la profesan. Y lo peor del caso es que en su nombre se cometieron las barbaries más grandes en la historia, y se siguen cometiendo en nombre de otros enviados en otras religiones monoteístas.
La religión es un negocio. Lo fue en el tiempo de Jesús y lo sigue siendo también ahora. Si no, echen un vistazo a las hermosas catedrales o iglesias construidas en el mundo cristiano. A las magnificas mezquitas en el mundo árabe. Nunca oí de un hombre o mujer ungidos y consagrados a Dios morirse de hambre, si oí de mucha gente que profesa la religión católica o cualquier otra de morirse por inanición. ¿Será que recibir es mejor que dar? No era eso que Jesús predicó, pero eso fue hace tanto tiempo que su enseñanza se traspapeló. Como también se perdió en la bruma del olvido las palabras “amor”, “perdonar” “ayudar” “tener fe” y tantas otras que no convienen recordar porque sólo traen problemas personales. Es tan fácil predicar desde el púlpito. Con que vehemencia y convicción hablan en las misas de los domingos, o de cualquier otro día de la semana. Y con que seriedad escuchan los feligreses, mientras sus mentes están en otra cosa. Y poniendo una moneda o un billete cuando pasan a recolectar, se cree que ya se ha hecho lo suficiente por esa semana. También creen que los “pecados” les son perdonados, aquellos que cometen durante la semana si el donativo es suficientemente grande. Dudo que Dios juzgue por el tamaño del billete, sino por las obras que se hacen.
Lo malo de una religión no es ella misma, sino las personas que se fanatizan con las religiones, que creen todo lo que el sacerdote o pastor en el cristianismo, o el rabino en el judaísmo o el imán mahometano predican, sin usar su propio criterio. Dicen si y amén a todo, cierran sus mentes a cualquier otra versión que no sea la que les fue inculcada desde su niñez o en su madurez desde el púlpito.
Me acuerdo hace muchos años vino a mi casa un ex –sacerdote. En aquél entonces tenía más de 65 años. Su historia se cuenta rápidamente. Nacido en Italia ya desde niño quería servir a Dios. Así que terminó sacerdote y trabajó muchos años en su país. Luego lo enviaron en misión a la Argentina y de ahí pasó al Uruguay. Pasados los años, se dio cuenta que aunque amaba el sacerdocio, algo le faltaba y ese algo era el amor de una mujer. Así que arregló todo en el Vaticano y se casó. Como ya no podía ejercer más, ayudaba a otro sacerdote en las misas. Y en ese momento de su vida lo conocí yo. Lógicamente hablamos sobre las religiones. Le mostré con la Biblia en mano que Jesús creía en el Karma y la reencarnación (ver artículo anterior sobre ese tema), pero él le daba otro sentido a esas frases. El sentido que su religión había establecido como dogma. Cuando yo estaba a punto de arremeter con otras alusiones sobre ese tema, de pronto paré y pensé < ¿que estás haciendo? Durante toda su vida estaba parado sobre muletas impuestas por su religión, y las cuales lo sostenían firmemente aunque eran solamente eso, muletas. Su mente estaba completamente cerrada a cualquier otra versión que no fuera la “oficial”. Jamás él se permitiría pensar que su amada religión podría estar errada. Eso sería una tragedia. Significaría que toda su vida su fe, el dogma que le fue inculcado, era una mentira. Yo no podía, no debía sacarle sus muletas Toda su vida se derrumbaría, no tendría sentido. Por lo tanto, mejor era cerrar su mente a cualquier otra versión aunque podría ser la verdadera, antes de admitir algo que era inadmisible. > Así que en ese momento cambié de conversación y al poco rato se fue. Como él hay muchas personas que aunque no son sacerdotes o doctos de cualquier otra religión, siguen a pie juntillas sus creencias y no quieren saber nada que les puede quitar sus muletas a las cuales se aferran como un ahogado a un salvavidas.
Peor aún que las religiones son las sectas. Sectas que han asesinado, que han convencido a cientos de seguidores que el suicidio en masa es la única salida para ser salvados o terminar en el paraíso y no seguir más en este mundo cruel. Honestamente no puedo entender como hay personas con tan poco criterio, para seguir las instrucciones descabelladas y hasta salvajes del mandamás. Parece ser que su cerebro está solamente para rellenar un hueco en el cráneo, pero que no lo ponen a trabajar. ¿O es que los cabecillas hacen un lavado de cerebro para que no se usen las neuronas con las cuales toda persona sana ha nacido, y que están ahí para ser usadas en beneficio del propietario y los demás? ¿O es que su carisma y poder de seducción es tan grande que opaca cualquier otra sugerencia que va en contra de su amado líder? Lo mismo se decía de Hitler y de Mussolini. Millones lo seguían y así terminaron.
Yo no pretendo con estas observaciones sobre las religiones, que deje de creer en la suya. Pero que no se fanatice tanto que no quiere admitir ninguna crítica, o leer nada que está en contra de ella. No nos olvidemos que Dios hay uno sólo, los demás son solamente sus enviados que dejaron mandamientos que con los siglos fueron manipulados a gusto de los consumidores. Y que para comunicarse con el Único, no se necesita ningún lugar físico, ya sea grande o pequeño, no se necesita ningún intermediario de ninguna religión, sólo se debe abrir el corazón y en cualquier lugar que se esté, y en cualquier situación, hablarle. Tenga la completa seguridad ¡Él escucha!
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