Hospital Del Terror VI. Comida fresca.
Después de aplicarle un sedante, y la anestesia, ella prepara su juguete para la prueba.
Se coloca los guantes de látex y se pasea alrededor de la camilla acariciando sus gomosos bordes y observando el espécimen. El sombrerito con el símbolo de la cruz roja le queda de maravillas. Se sienta y enciende un ardiente Marlboro chispeante de hierbas, cruza sus bonitas y depiladas piernas envueltas en medias de Lycra, y piensa.
—¿En que piensa?
—Está esperando las visitas.
—¿Que visitas? ¿De quién?
—Es horario de visitas. Vendrán sus amigos. Quiere asegurarse de que no irá a ninguna parte. Ayer sufrió un ataque de nervios y quiso escapar —dice Pam—.
—¿Que es lo que tiene? —pregunta Nati—.
—Lo operarán porque se intoxicó con sopa vitina, almidón y leche de soja en mal estado.
—¿Eso comió?
—Y para colmo de males también tomó fernet y un litro de perfume, porque según dijo, ya no le quedaba mas bebida alcohólica.
—¿Por qué hizo eso?
—Yo pienso que intentó suicidarse. Esos locos siempre buscan morir de la forma menos convencional. ¿No recuerdas al que se hizo un hara-kiri mientras gritaba que era descendiente de Buda?
—Si, lo recuerdo muy bien, o tal vez sea la forma adecuada que encontró de protestar contra el sistema. Ahí llegan, veamos... Mírala está quieta en su silla y no dice nada.
—Shh, o nos oirán, ella hace pocas horas reemplazó a Ceci en su puesto, y ya sabes... ella nomás se encarga de cuidar su querida prueba.
—¿Su prueba?
—Si. ¿Acaso no lo sabes?
—¿Qué cosa?
—Cuando se vayan sus visitas, ella extirpará su aparato digestivo completo, si eso falla a su propósito, quitará todas sus entrañas.
—¡Que asco! ¿Ella lo hará?
—Si ella, hay otra cosa que debes saber, ella no es como nosotros.
—¿A que te refieres?
—Ella es caníbal
—!!!¿Caníbal?!!!
—¡¡¡Baja la voz o nos oirá estúpida!!!
—Perdón.
—Ella es caníbal, hace poco terminó su dieta a base de vegetales frescos.
—¿Y dejaremos que se lo devore? ¿Que podemos hacer?
Media hora después las visitas se retiraron, la frenética postulante a doctora empezó su prueba. Cuando terminó salió de la sala de operaciones, pasó por al lado de Pam y Nati y se detuvo. Las miró de reojo, ante las miradas disimuladamente aterradas de las chicas, con su boca ensalivada de sangre fresca, ella sonrió mostrando sus fieros colmillos rojizos, levantó su mano derecha mostrando una bolsa, con lo que parecían fideos dentro, y dijo: esto me lo comeré con la ensalada, por lo menos, díganme buen provecho. |