Dancemos al son de los gemidos, del Aquelarre sus chirridos extridentes, y arranquemos en la danza... a los cuerpo el alma. Seamos hacedores de hechizos. Parteros que liberen de las entrañas de Gea, los hijos perdidos. Tejamos con los versos muertos, aquellos desterrados del poema primo, nuevas nasas que atrapen en sus trenzas, un mundo de lamentos y quejidos.
Texto agregado el 30-09-2007, y leído por 254 visitantes. (5 votos)