Abrazo la noche diluyendo las fronteras,
adormecida recorro laberintos de corales
arrullada en el ronrroneo que para mis pulsos.
Los tormentos siembran de espejismos los horizontes...
y amarran con profundas raices heladas,
un animus exausto... que boquea al viento su agonia.
Mientras el brasero exala aliento de jawi,
la oxidada nota de un violin
convertida en lacerante filamento,
hace girones, el virgial velo de los afectos.
Texto agregado el 30-09-2007, y leído por 203
visitantes. (2 votos)
Lectores Opinan
30-09-2007
brillante!!!!!!!!! buenita
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