Con cierta incredulidad me acomodé en la pesada silla de la biblioteca y comencé a leer.
Mediante la hipnosis una persona puede recordar hasta los detalles mas escondidos en lo profundo de su memoria, retroceder en el tiempo, ver su historia como si de una película se tratara, sentirla, revivirla. Se puede incluso traspasar la barrera del nacimiento, el vientre materno y seguir mas atrás y, como los testimonios de las paginas 25 y 26 lo demuestran, llegar a vidas pasadas.
El hipnotizado no debe recordar nada tras la sesión, si esto ocurriera, el exceso de información podría llegar a confundirlo tanto, que acabaría volviéndose loco.
El libro continuaba explicando como esta técnica logro ayudar a miles de personas con traumas, fobias y miedos que no tenían razón aparente en el campo de la terapia tradicional.Y daba como ejemplo, entre muchos, el caso de una mujer claustrofóbica, quien en su vida anterior había sido sepultada viva.
Traemos con nosotros vestigios de lo que fuimos, de lo que vivimos.
Pase al siguiente ejemplar de la pila de viejos tomos acumulados a mi derecha.
Karma, causa y efecto. Ley divina. Buenas y malas acciones. Sembramos con nuestros actos lo que cosecharemos en vidas futuras. Asuntos pendientes y encarnaciones para pagar, solucionar y aprender. El aparente infinito círculo termina, cuando alcanzamos el último peldaño en la escalera de la perfección. Solo Dios sabrá entonces que será de nosotros. Mientras tanto, libre albedrio, pero siempre rindiendo cuentas y generando mas.
La tarde se fue entre relatos de demonios que trascendían los siglos, y libros de metafísica con sus dimensiones paralelas, y su extraña concepción del tiempo y las casualidades, demasiado compleja para mi agotada capacidad de entendimiento.
El exceso de información, lo volvería loco. Asuntos pendientes. Y si algo de esa verdad oculta tras las murallas de la conciencia, lograra escaparse de alguna forma?
Las pesadillas, sueños despiertos o alucinaciones, como gusten llamarlos. Comenzaron días después de enterarme de mi condición. Tratando de ser lo mas racional posible, lo atribuí en un principio al miedo, a la soledad, a la incertidumbre, a las hormonas. Pero poco a poco fui descubriendo que nada tenia que ver con todo eso.
A lo largo de los meses que siguieron, las escenas fragmentadas se fueron enriqueciendo, a veces se repetían, cambiaban los cuerpos y escenarios. Pero la secuencia era siempre la misma, su mirada suplicante me penetraba, desprecio asco, y miles de maneras diferentes de matarlo. Por ultimo sus ojos anclados en los míos, sangre y odio consumado.
La película se me representaba en cualquier momento, sin horarios ni situaciones particulares, llegaba en forma de flashes cegando por unos instantes la conciencia, empujandome, arrastrándome de los pelos, durante esos momentos ausentes de tiempo y espacio, experimentaba de forma física lo que veía o soñaba. No importaba no reconocer mi cuerpo, a veces era hombre, a veces mujer, pero siempre yo, carente de piedad alguna, matando a sangre fría al ser de ojos azules. El también cambiaba, si bien era más difícil de reconocer en sus diferentes aspectos. Su mirada, sus ojos y el odio primitivo que sentía en mis entrañas al tenerlo cerca, eran inconfundibles.
La mente humana tiende a perder la percepción de la realidad en circunstancias como estas, y la mía no era la excepción, comencé a sentir repugnancia de mi misma, el saberme capaz y experimentar tal satisfacción cada vez que lo mataba, me trastornaba. Eran recuerdos. Estaba segura. Tarde o temprano lo tendría enfrente y como cientos de veces desde el principio de los tiempos, su sangre mancharía mis manos, y sus ojos hermosos se grabarían a fuego en los míos hasta el último suspiro. No iba a permitirme ese placer.
Encontré en la idea de mi muerte, la única salida posible. Pero tenía que esperar, ser paciente y resistirme a perder lo poco de cordura que me quedaba. En poco tiempo, me repetía una y otra vez. La oportunidad de ponerle fin no estaba lejos.
Devolví los libros, buscar la salvación poco tenia que ver ya con la esperanza, mi alma no abrigaba ninguna, era el deseo de comprender, que me movía a internarme durante horas en lugares como este, pero en el fondo sabia muy bien que la respuesta no estaba impresa en ningún papel.
Ya en el hospital, me sentí cansada, agotada, y un involuntario temblor se adueñaba de mi cuerpo. Lo asesine también en esa cama, me deleite ante el contacto con su sangre, mi odio satisfecho dibujo en mi cara una sonrisa macabra, que conservé hasta después de volver a la realidad.
Estiré los brazos para recibirte y la mujer nos dejo a solas. Reconociendo tu olor, tus latidos, tu piel tu cara….
Tus hermosos ojitos me suplicaron, intensos y azules.
La verdad se nos mostró una vez más. Sensaciones ya familiares. El asco, la sangre, el odio, mis manos, tus ojos, y la inevitable muerte. |