Me rompiste un riñón. Aunque intentaste por todos los medios romperme el corazón, sólo lograste romperme un riñón. El único que me quedaba bueno, además. Desgraciada. Maldita. No importa. Me quedan esperanzas. Un amigo fanático de los computadores me dijo que en estos días cualquier cosa se puede comprar por Internet. Dinero no me falta, gracias a Dios. ¿Gracias a Dios? ¡Fue mi dinero lo que te atrajo a mí en primer lugar, puta traidora! Por lo menos también con dinero lo puedo arreglar.
Internet... nunca he tenido el tiempo suficiente para "navegar". "Naufragar" sería un término más apropiado en este minuto. Parece que aquí hay algo: "Vendo riñón en buen estado. Poco uso, según lo que me dice el doctor. Sin cálculos ni malformaciones. Excelente compatibilidad. Ver mis otros productos". Parece ser lo que buscaba. El precio no está mal, aunque con esa plata me podría comprar una máquina de diálisis portátil... no, que incómodo. Prefiero tener de nuevo el riñón que me quitaste, perra. Veamos... eBay, buen rating del vendedor... parece que otros usuarios le han calificado muy bien... a ver: "Las mejores córneas que he tenido en mi vida". "¡Con este hígado he vuelto a probar el vino!". No está mal. Ya me decidí. Lo compro. A ver... aquí está. "Agregar parte del cuerpo al carrito de compras".
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- ¿Qué le parece doctor?
- Poco ético me parece. Pero ya que lo trajeron por correo express, mas vale aprovecharlo. Voy a hacer los arreglos de inmediato para el transplante.
- Muchas gracias, doc. Sus esfuerzos serán muy bien recompensados.
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Abro los ojos. ¿Habrá terminado ya la operación? Es lo malo de la anestesia. Te deja como recién salido de una lavadora industrial.
- ¡La operación fue un éxito!
- Excelente, doctor, excelente.
- Así es. Quitamos el riñón dañado y le pusimos el nuevo. Hasta ahora, todo de maravilla, excepto por mi cuenta corriente...
- Sus honorarios serán cancelados según lo acordado, no se preocupe.
Me encanta la expresión en la cara de las personas que están a pasos de hacerse millonarias. No me da gusto, en ningún caso, sólo me agrada su expresión. La misma expresión en el rostro de aquel desgraciado estafador que trató por todos los medios de meterte en mi corazón, perra despiadada.
- También recuperamos a la causante del problema. Pensé que querría guardarla como recuerdo.
Ahí estás, estúpida. No te vez tan amenazante dentro de ese frasquito, ¿no? Te quedarás para siempre conmigo, como castigo, cerca del objetivo que trataste de alcanzar, pero que no lograste y no lograrás jamás. Serás un hermoso collar calibre treinta y ocho.
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