Ésta es una casa
Éstas sus cenizas.
Abro la mano,
las tomo, las palpo
soplo un poco/
a escoria se reducen sus quejidos,
se hacen harina y caben en mi palma-
y no hay acto de creacionismo que me impida aplacar el asombro/.
El arco iris que sostuvo tanto tiempo a aquel pajarraco
me tiene sin cuidado.
El Altazor
cae
(con ayuda de un paracaídas),
el Altazor, finalizado el viaje,
se limpia las rodillas
y se va
(caminando)/.
La poesía se fracciona/
se triza
y con ayuda de un Burgués enamorado de sí mismo
termina con un vendaval de arcadas y palabras fútiles].
Siento en mi paladar el fuego que se acomoda sobre una casa
Adentro hay niños, madre y padre /
Los bomberos chocaron su carro poco antes de 6 cuadras al por llegar/
Con una Biblia y un manual de poesía no puedo hacer mucho-
No hay pajarracos
No hay océanos perdidos en la vista,
No hay azores
Quizá quede algún semidiós
[pero por sobre todo,
no hay
creacionismo]
Subí por aquella calle en donde sonaba desde su origen
-El ardor-
y podía sentirse ya más de cerca
-el olor de la muerte-
Quise ubicarme en un sitio bien alto
los bomberos, en su eterna colisión de 6 cuadras antes,
se toman la cabeza/
unos cuantos pacos alrededor comienzan una carrera
para llegar
a nada/
Era de veras terrible embriagarme con aquella imagen,
Y más terrible aún saber que la poesía se colaba y se perdía por entre medio de las brazas/
Quise saltar de una vez
Apagarlo todo con esa triste materia inerte que cubre el alma/
Quise lanzar una ráfaga de buenos poemas/
Pero cada palabra que emitía
Estaba impregnada, una más que otra, de un temible fuego rojizo.
Comenzaba escribirse el epitafio de cada uno de los que ahí dormían,
Cuando apareció por fin
el carro bomba/
yo por supuesto iba ya de vuelta por donde había llegado,
palabrerías – pensé - todo no es más que puta palabrería.
Parte de algo se hizo polvo,
y yo me lo tragué con un vaso de jugo.
Iban a ser las nueve para las algo,
Cuando llegué a mi casa y le di otro sorbo a mi vaso.
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