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Inicio / Cuenteros Locales / Aeropajita / Los aces del infierno colorido

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Entonces me encontraba recogiendo los papeles con caca del baño que no tenian lugar en el tarro de basura y habían acabado en el suelo, evidentemente la culpa había sido de mi hermana que no se atrevía a reconocer la desfatachez e inmoralidad que ha de poseer alguien que ha de cometer semejante acto diabólico.
-Alguien no cambia la bolsa de los papelitos con caca, en lugar de eso tira los papeles al suelo.
-¡PERO SI YO NO FUI, SI ESTÁ BIEN, RECÓGELOS TÚ PUE SI DA LO MISMO ES QUE TÚ OYE NO PO SI FÍJATE QUE NO...
Seguía en mi desagrable labor, cuando todo a mi al rededor se torna de un color verde pepino y se inunda en una fragancia primaveral casi tan artificial como desodorante ambiental. Despierto momentos después y abro la puerta del baño, todo se encontraba destruído, inmediatamente recordé que los más respetados científicos internacionales habían estado desarrollando una bomba atómica ecológica. Siempre había estado pendiente de este día, así que me apresuré y después de volver a recoger todos los papeles que se habían dado vuelta producto de la bomba, fui corriendo a la casa de mi abuela a pedirle el bombín para inflar las ruedas de mi bicicleta. Claro, ella se encontraba rostizada por la bomba, era una momia negra sin vendas a la cual le crecián florecitas de plástico.
-!ABUELAAA!!- grité ridículamente como personaje infantilizado de alguna mala obra audiovisual.
Luego recogí el bombín, y fuí a la casa de mi mejor amigo, Pepe, para quitarle la bici que le presté hace mucho tiempo y que ya no usará pues está muerto. Cuando llego a su hogar lo encuentro tumbado en el suelo, desangrándose...
-Ayúdame...
Entonces voy y con la intención de otorgarle la paz en la muerte, lo golpeo con una motosierra que sin explicación alguna estaba a su lado. Lamentablemente ésta se enciende y la fuerza del motor hace que le rebane una pierna.
-¡AIEIEEEU, EL DOLOR ES INSOPORTABLEEE!
Debido a mi minúsula masa muscular pierdo el control del aparato y esta le hace un tajo en el abdomen expulsando las tripas y haciendo que Pepe emita alaridos más sufrientes y suplicantes.
Luego de un tiempo Pepe muere, no con una muerte rápida e indolora como lo tenía previsto, sino que después de innumerables y tormentosas horas de sufrimiento en medio del infernal bullicio de la motosierra, pero después de todo obtuve la bicicleta que buscaba.
La bicicleta emitía un chirrido terrible cuando pedaleaba, chirrido que se arregló fácilmente con dos patadas, método que soluciona todo en esta vida. Lo mismo han de haber pensado los científicos que crearon la bomba, que obviamente, como todo buen invento, tuvo en su proceso de fabricación un par de patadas por aquí o por allí.
Mientras paseo me doy cuenta de que nunca en mi vida he sido más feliz, viendo cadáveres humanos calcinados, junto con otros retorciéndose de dolor. Ha de ser esto el espectáculo más sublime que ha de prescenciar un auténtico misántropo, que es la aniquilación total de la especie más sádica del planeta. Respecto a mí, ahora mismo estoy sintiendo los efectos de lo que no podría llamarse radiación: comienzo a ver cómo nacen inoloros pétalos de polietileno por mis narices y a sentir cómo el tallo de éstos surge de mi encéfalo.
En mi último tiempo sólo puedo lamentar que la bicicleta de Pepe no haya estado imbuída de las fantásticas propiedades extraterrestres para poder hacerla volar y atravesar la luna mientras diviso todo el evento desde el cielo. Finalmente dejo de pedalear y termino de florecer.

Texto agregado el 27-09-2007, y leído por 141 visitantes. (3 votos)


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