“Acaso un niño rubio vendrá luego
A copiar en los ojos inocentes
Los ojos vuestros y los de él
Unidos en un espejo azul y cristalino...” (Alfonsina Storni).



O la deidad de tu mirada se hará mía voluntaria para saciar estas palabras... En el crepitar de otra inocencia, la gota derramada de tu esperma prevalecerá dentro de aquella compañera. Mientras, yo sólo atino a perpetuar la soledad como un extenso llanto de penas esbozando el ayer en mis entrañas, para no mirar atrás y hacerme emblema.
Bajo el pozo translúcido de mi boca te he visto reír, soñando ante estos labios que sucumben en cántaros de brumas, los que ahora ella aprisiona bajo el néctar de tu piel. Así su vientre engrosará la fértil cuenca en pluralidad de nombres, los mismos que pasaron por nuestras mentes antes de decir adiós; olvido; alejamiento... Todo se esfuma en un otoño de hojas y rezos para culminar ante ese idéntico punto de inflexión, desde su origen. Quizás la eternidad de aquel amor responda algún día a estos mis ruegos... Ahora sólo me resta la espera como único respaldo de quien sabe que otras vidas y destinos...

Ana Cecilia. ©