Comando espanta tristezas
El mundo se corrige solo, pero sus espantos siguen dando vueltas entre piruetas y giros
como los que dará Feto Páez (no me aguanté, perdón, es Fito, pueden verlo en youtube todo el día)
En una plaza frente a la legislatura se encuentra una carpa, desocupados manifestando pacíficamente por el cierre de su fuente de ingresos, están hace mucho, creo que como ocho meses y no reciben ninguna solución, sus rostros están como raídos, ni siquiera los políticos saben que están ahí.
Esta mañana se acercaron los manifestantes a la puerta del edificio municipal para entregar otro petitorio, el numero 59 me parece, la policía los reprimió muy feamente llevándolos hasta la plaza y de ahí se volvieron armando una barricada en la puerta de la legislatura. Todo debía hacerse en paz como con los anteriores 58 petitorios, decidieron levantar la carpa y perderse en sus oscuras historias, olía a impotencia y a tristeza, la plaza de repente se puso muy húmeda, gotas finitas comenzaron a caer entre los papeles y cartuchos de gas lacrimógeno, todo estaba perdido. Un borracho pasó gritando muy fuerte incoherencias por la plaza y cruzó fieramente la calle en dirección a hacia la barricada, zigzagueaba y ¡cielos! sí que olía a tristeza allí ahora ¿acaso seria el furibundo Che Guevara o temerario William Wallace que todos tan ansiadamente esperaban?
- ¿Un patriota?- pensó la barricada entera de policías.
– ¡No estamos preparados para esto! - volvió pensar el escuadrón al mismo tiempo.
Los autos esquivaban al borracho, uno de los coches lo rozó, casi se me fue el aliento ahí, pero él seguía avanzando indómito y en zigzag como un infante carne de cañón. Se oyó
una bocina como trompeta que luego pareció cuerno ¿el fin del mundo?, un camión de reparto frenó a milímetros del borracho y el mismísimo sobresaliente del momento, en su delirio, creyó frenarlo a lo superman, el conductor no lo podía creer, le pareció simpático y metió reversa, se mataba de risa el camionero y borrachín empujaba desesperadamente para no ser atropellado, los de la plaza se tentaron y no tardaron en soltar la carcajada. Los del escuadrón también, los conductores pararon y se bajaron a alentar a súper beodo (no me culpen, así le pusieron los de la barricada) todos aplaudían y reían. Súper beodo dijo entonces:
- ¡Vamos ayúdenme!, ¿No piensan hacer algo?- y todos corrieron a ayudarlo, automovilistas, manifestantes y policías, súper beodo ya no empujaba, salió de entre la multitud que lo apretujaba, el camionero se bajó llorando de la emoción adquirida y huyeron juntos abrazados matándose de risa hacia algún bar a planear su próximo golpe. Todavía llovía pero a nadie parecía importarle nada ya.
Dedicado a los cuenteros súper beodos jaja salud y viva la revolución |