Martin Heidegger ya es considerado como uno de los pensadores más prominentes del siglo XX, e inclusive, de todos los tiempos. Y a pesar de esto, se le reprocha de no haber escrito una moral o, en el mejor de los casos, se echa de menos una ética dentro de su vasta obra. Si pasamos revista a los títulos de sus libros no hallaremos, en efecto, ni la palabra moral ni el término ética. ¿Quiere esto decir que en Heidegger no hay una ética? ¿Es necesaria también una ética?.
Veamos. En Ser y Tiempo[1], se expresa la manera de hacer una ética a partir de la existencia: “Como al Dasein no le pertenece una compresión de su ser, (...) puede éste disponer de una amplia gama de formas de interpretación. La psicología filosófica, la antropología, la ética (...) han indagado por diferentes caminos y en proporciones variables los comportamientos, facultades, fuerzas posibilidades y destinos del Dasein (...) La interpretación existentiva puede exigir una analítica existencial...”[2]
Luego, para comenzar a responder estas preguntas hay que rescatar de su célebre Carta sobre el Humanismo[3] el sentido originario de la palabra griega êthos, de donde proviene “ética”. El sentido fundamental de êthos no es, como se indica usualmente, carácter propio o actuar sino “estancia, morada, lugar del habitar”. Esa palabra nombra la zona, región o ámbito abierto donde el hombre habita. De acuerdo con el significado primigenio de êthos, la ética entendida como “modo de pensar” tendría que apuntar en la dirección de un “meditar la estancia del hombre; el lugar donde habita o mora”. Por otra parte, la moral correspondería al “contenido”de aquella morada.
Pero, ¿dónde mora el hombre en tanto Dasein? ¿En qué consiste su estancia?. En la misma Carta se nos dice que “el hombre habita en la verdad del ser”, su elemento originario. En Ser y Tiempo, tal verdad del ser se le denomina “sentido del ser”, y luego, para referirse a lo mismo, se hablará del lugar (tópos) o “localización del ser” .[4]
También es necesario rescatar de Ser y Tiempo, el sentido de la existencia y de la muerte. Pues, la muerte está; es cotidiana, a veces cruel, pero inexorable. El Dasein, en su aperturidad y posibilidad, se enfrenta a la “caida”, a su final óntico-ontológico. Su existencia, en tanto esencia del Dasein, se angustia ante la cotidianeidad óntica de la muerte. [5]
Pero... ¿[Cómo] conocemos, ónticamente, la muerte?
Las ciencias aportan conocimiento al Dasein en la medida que él, delimita las regiones o ámbitos objetuales del Ser en una forma precisa que es el trato científico de los entes[6]. A esto lo llama Heidegger una “comprensión preontológica del ser” que incluye aquellas estructuras del mundo de la vida o del ser-en-el-mundo que Heidegger llama existenciarios. Los científicos desarollan su labor en la medida que “recortan” ámbitos del ser en una actitud objetivante donde las estructuras de su ser-en-el-mundo anteceden y superan dicha praxis. No obstante, la ciencia no conoce lo que hace.
Entonces, Heidegger propone el acceso al ente mediante el método fenomenológico[7]. Este consiste en que “los fenómenos solo aparecen indirectamente” (lo que aparece es el ente, que justo oculta el cómo del estar dado de ese ente). La fenomenología, como método, se distingue de otras ciencias en la medida que intenta explicar aquello que se oculta en la manifestación de lo ente. "El ámbito de la fenomenología es el Ser obstruido por el ente", es más: La ontología sólo es posible en tanto es fenomenología”.
El modelo que usa Heidegger reemplaza la intuición de Husserl por una hermenéutica. Lo que hace Heidegger mediante esta elección metódica es poner un concepto apofántico de verdad que abandona la descripción de lo meramente intuido por la interpretación de un sentido. No obstante, la falencia de esta opción metodológica es que, la comprensión hermenéutica que descorre el velo del Ser (en griego, aletheia: desvelar), se escapa a toda entrega de evidencia.
El rasgo constitutivo del Dasein que se pregunta por el ser no sería exclusivo del filósofo sino del mero preocuparse (en alemán, Sorge: cuidado) del propio ser al preguntarse por la existencia humana.[8] Esto sería el enraizamiento óntico de la analítica existencial. Por consiguiente, la pregunta por el Ser no sería otra cosa que la radicalización de la tendencia que esencialmente pertenece al Dasein. "El Dasein humano ha de escogerse a sí mismo del horizonte de sus posibilidades y tomar las riendas de su existencia" es a lo que se llama existencia auténtica en oposición a la inautenticidad.
En resumen, la estrategia de investigación de Heidegger entrelaza tres conjuntos de problemas: a) la filosofía trascendental con la ontología con el fin de caracterizar la analítica existencial como ontología fundamental b) transformar la fenomenología en hermeméutica trascendental para desarrollar la ontología fundamental como hermenéutica existencial y c) unir a la hermenéutica existencial con la filosofía de la existencia. [9]
Heidegger al realizar el giro hacia la hermenéutica existencial pone fin a la primacía metodológica de la autorreflexión (intuición husserliana). El lugar de la autoconciencia (relación del sujeto cognoscente consigo mismo) lo ocupa ahora “la interpretación de una comprensión preontológica del Ser” y la explicación del sentido en que se encuentra ya siempre la existencia cotidiana. Finalmente, la estructura del Ser-en-el-mundo responde a “la pregunta práctica por la vida correcta” (i.e. filosofía práctica)[10]. En otras palabras, en esta estructura se debe buscar la respuesta a la pregunta ética. Una existencia auténtica está en una relación privilegiada con el ente que se revela en su verdad al Dasein. Mediante este concepto de verdad como revelación, Heidegger introduce el concepto de mundo.
Sin embargo, la ética heideggeriana corre el riesgo de convertirse en una “ética sin moral”[11], puesto que la postura existencial del hombre sufre una angustia hacia la nada. Es decir, el Dasein “viaja por el mundo en un constante nomadismo ético; buscando siempre una estancia, una moral donde alojar su existencia”. La posibilidad del Dasein queda en un dilema trascendental: “hago esto ó lo otro; de lo que elija depende mi ser”.
En conclusión, al Dasein “le va y le viene su ser”, con lo cual se convierte en un aventurero existencial por estar constantemente al cuidado de su calidad de mortal. La moral tendrá una connotación dualista: autónoma en la elección, heterónoma en su búsqueda; pues buscamos lo que no tenemos. La moral será entonces una pregunta enraizada en la cotidianeidad media. La ética al estar subsumida en la existencialidad del Dasein se convierte en una ética individual, y por ende no tendría una moral de principios universales del cual extraer un contenido; he ahí el punto conceptual de la ética sin moral. El ser del Dasein se caracteriza por su temporalidad; la ética, por su historicidad. La ética es el eterno dilema del Dasein que construye su existencia (que determina su ser) bajo el horizonte del tiempo.
--------------------------------------------------
[1] Heidegger, Martin. Ser y Tiempo (1927). Editorial Universitaria, Santiago de Chile, 1997. Traducción de Jorge Eduardo Rivera.
[2] Op.Cit. (SyT). § 5 (pág. 40)
[3] Heidegger, Martin. Carta sobre el Humanismo (1947). En "Doctrina de la Verdad según Platón y Carta sobre el Humanismo", Ediciones de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, Santiago de Chile, 1956. Traducción de Alberto Wagner de Reyna.
[4] SyT. § 5, 9.
[5] SyT. § 50-53
[6] SyT. § 4
[7] SyT. § 7c (pág.58)
[8] Volpi, Franco. ¿Es Posible aún una Ética?: Heidegger y la Filosofía Práctica.
[9] SyT. § 5, - N. del T(pág. 456): “Fundamentalontologie...”
[10] Volpi, Franco. Op.Cit.
[11] Cortina, Adela. Ética sin Moral. Editorial Gedisa, España.
|