Dejaremos que los mares nos inunden el alma
Que los ruiseñores canten nuestra muerte
Que las voces enormes cual murallas nos griten
Nos insulten, nos beban, nos devoren.

Que nuestros dedos contusos y débiles no se toquen
Que nuestras pieles inhumanas no griten el deseo
No lo permitiremos; viajaremos solos, sin velos, sin agua
Miraremos atrás, y no pereceremos de amor.

La fatiga cotidiana no llegara jamás y si…
Dejaremos que cada corazón viaje solo, sin ti y sin mi
Embebidos en amargura, en soledad, en cansancio
Rumiando y maldiciendo la lejanía, la añoranza.

Tras la ventana no lloraras por mi, seremos zombis
Efigies vivientes de la desventura; ciegos, mudos, lentos
Sin voluptuosidades del deseo, sin pasión, sin hechos
A salvo de la lava, del fuego, del ansia, del cerillo.


Nadaremos a solas en el mar de la desesperanza
Dormiremos acompañados de los estertores del alma
Sudaremos a medio día el cansancio, la embriaguez
Pecaremos sin objeto, pecaremos sin cuerpos, sin deseo.


Tomaremos manos frías, secas, sin calor, sin pautas
Seremos punto sublime y eterno de lo que pudo ser y no fue
Reviviendo el momento, escuchando palabras jamás dichas
Leyendo frases que matan, letras que cubren de escarcha.


Decidiremos no mirar, no arriesgar la entereza del alma
Entenderemos que es difícil compartir, arriesgar, soñar
Conservaremos la integridad del corazón por temor, por nada
Diremos ¡no!. Y creeme… lo tomaremos con calma.