En las tormentas se desnudan
los vientres ocultos de las sirenas muertas
y se desvanece el alma de aquellas
que no obtuvieron el suyo en las subastas de veranos,
quizás la mar se vuelva cielo dentro de una botella
y tal vez el suelo se haga espanto
en los refugios rocosos de la soledad.


Misterio y silencio hechos palmeras azucaradas,
soledad envuelta en papel de color
siendo atractiva a por mayor: dame un par de aquéllas y miles de éstas,
y otras más por si pierdo la memoria alguna vez.

La mente se seduce tan fácilmente con enajenación vendida,
imágenes y más imágenes que transforman la sustancia en instancia,
que corrompen el espíritu y se hace un simple color azul y gris en el firmamento.

Ya hemos muerto sirenas, ya somos destrozos en lo profundo del olvido.
Leyenda muerta de un suicidio perdido por equivocación,
mártires de la historia y de los sueños que nunca fueron sueños
sino la realidad que no se quiere ver.
Verosímiles de las culturas antiguas
que perdieron dominio del universo
cuando éste aún no era universo completo.


Desnudas en las rocas quedaron como recuerdos,
vendidas en libros plasmaron sus historias
y corrompidas en sueños eróticos están sus cuerpos reales
como simples marcas de símbolos absurdos y abstractos que no se descifran.







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