Pender de un hilo del amor. Besar tu cuerpo, lamer tu velo, arrancar tus labios para hacerme un amuleto de silbidos, para cubririme de aliento; para besarte más lento.
Estancar el tiempo. Tatuarlo en la corteza cerebral. Cincelar en el corazón el momento, el exacto, el correcto (en el exhalamos sueños y aroma de encuentros: lluvia sensual, sistema orgásmico de planetas).
Dormir a lado de luz que respira. Bañarnos con miradas por las mañanas. Acariciarnos. Manosearnos porque sí. ¿Por qué no?
¿Me entiendes? Estirar el momento en que tus ojos me invitan a matar, a flotar, a volar. Capturar el flash de tus ojos. El zoom de tu mirada. Detener tu piel estallando en mí, derramándose en mí, cual miel. Extender el grito, el instante. El dolor suave, hermoso, denso. Calambre de amor. Calambre intenso. Detener el sentimiento. Dibujar nuestros paisajes. Pintar ríos, montañas, bosques. Todos escenarios perfectos para livianas perversiones.
¿Me entiendes? Detener tu cuerpo en mi cuerpo. Tu cielo en mi fuego. Deglutir, bocado a bocado tu beso, tus pechos, tu infierno.
¿Me entiendes? Hablo del tiempo. Nosotros en el tiempo. |