Entonces me detengo un momento
para pensar en mí y en esta plataforma,
para darme cuenta
que sonreír no te hace feliz
ni a tí ni a mí,
porque vivir para morir
-sufriendo al sentir, sintiendo al sufrir
sintiendo y sufriendo, sufriendo sintiendo-
no tiene sentido.
Porque no hay motivo para andar
solo como un bobo
tétrico y frígido, casi como un híbrido,
enviando cartas de amor al buzón del olvido,
pegando besos y sonrisas en estampas de nuestra frente,
en estampas de esas que se pierden,
comprando regalos y perfumes,
cuadros y zapatos
para mandarlos en la caja del atardecer
que se confunde con la amnesia y la ironía
PARA BURLARSE DE MÍ,
para reír en mi cara y dejarme ahí.
Sintiendo y sufriendo, sufriendo sintiendo.
Y es ahí cuando te ahogas
y en una taza de café te asomas,
te ríes y lloras.
Cantando, riendo y llorando,
pero sigues aquí.
¡Qué te queda!
Es el precio de estar viva,
el desafío de estar viva.
Hay que pagar los débitos, los impuestos.
Sí... Es así como se debe vivir. |