Hoy es un día muy importante para Alberto, hoy por fin se ha decidido ha decirle a Ana lo que ha guardado en su corazón durante mucho tiempo.
Desde que la conoció hace tres meses, cuando apenas llegaban de vacaciones del colegio, Alberto se enamoró perdidamente de ella, aunque esta no le hacía muy buena cara que digamos.
Aún así, las cosas se dieron entre ellos, primero porque los ubicaron muy cerca en el salón de clases, segundo porque según un jueguito, de esos jueguitos que hacen en el colegio, ellos resultaron ser almas gemelas. Bueno, y también por una que otra tarea de algebra que Alberto le pasaba a Ana.
Pero bueno, estaba diciendo que hoy era el día que tanto había soñado Alberto, había tomado la decisión de decirle a Ana que la amaba con todo su corazón, el fin de semana, cuando supo que cuando a uno le sudan las manos y siente maripositas en el estomago, es que uno está enamorado.
Se levantó muy temprano esa mañana y se afeito, aunque él todavía no tenía barba, se echó de la colonia del papá y se fue al colegio muy bien arreglado.
Todo estaba preparado para el gran momento, ella llegó como de costumbre lo saludo y le dijo: "tengo que hablar contigo". Alberto se sonrió para sus adentros y pensaba que Ana sentía lo mismo que él. En el descanso se encontraron, como ya era costumbre y empezó a hablar Ana: "estoy enamorada, Alberto" "y eso, ¿de quién?", preguntó Alberto, queriendo oír en aquella voz su nombre, pero lo que sonó no fue su nombre, sino el reloj despertador que le alertaba que debía despertar para ir a la escuela, todo había sido un sueño, pero un muy hermoso sueño. |