1.
El Príncipe de las Tinieblas ensaya una pequeña reverencia y, solícito, franquea la entrada a ese espíritu que acaba de abandonar al exitoso suicida. Sabe que uno de los mejores ha llegado a su Reino.
Allá arriba, en tanto, el fuego devora el cadáver mientras algunos vencidos y desencajados soldados saludan con su brazo extendido.
2.
El Todopoderoso decide que es el momento de la convenida resurrección de los muertos. Pero se desconcierta al ver que las almas, ávidas de vida terrenal, amenazan con una revolución en su Reino.
Satisfecho, Lucifer disfruta el espectáculo y, didáctico, le dice a uno de sus lugartenientes:
—Eso, eso le pasa por cumplir sus promesas electorales.
3.
El espíritu se desencarna del cadáver e inicia el viaje final. Pero, desconcertado y nostálgico, no se resigna a su suerte y comienza a vagabundear por el plano astral buscando el mundo perdido
Finalmente, aseguran haberlo visto gozando de todos los placeres de la existencia en Segunda Vida, el sitio de las almas terrenales.
4.
Agotado hasta la última gota el elixir de la inmortalidad, le llega el momento tan temido y postergado. Su espíritu, liberado de un ajetreo de siglos, lo abandona, entonces, para empezar a gozar de la merecida muerte eterna.
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