Hoy el cielo está de color gris.
Abro la ventana
y veo la lluvia caer.
Una suave música
suena en mis oídos.
Cierro mis ojos y recuerdo el día
que cerraste los tuyos para siempre, Nico.
Tan jóven aún, se llevó tu vida
la muerte.
A tu alrededor, el desconsuelo.
Tus hermanos, amigos y familiares
no podemos entender por qué?
¿Por qué se te fue la vida
con tantos proyectos por realizar,
con tantas metas por alcanzar,
con tantos sueños sin cumplir,
con tanta vida por vivir?
A tu lado, tu padre desgarrado,
llorando junto a tu cuerpo inherte.
Tu madre ausente,
no pudo despedirte,
no supo cómo superar tanto dolor.
En tu casa, todo está igual,
tu ropa, tus libros,
tus muebles, tu perfume,
tu música preferida, tus plantas
y tu mascota que aún espera verte regresar.
No sé si habrá consuelo.
¿Se puede superar la muerte de un hijo?
¿Cómo se hace para seguir
luego de perder un hermano?
¿Y un amigo?
No creo que hayas imaginado jamás
el dolor que causa tu ausencia.
Nico, vivirás para siempre
en nuestros corazones y en los recuerdos
de los buenos momentos compartidos.
Estarás en cada día gris,
como el de tu partida;
y en cada gota de lluvia.
Vivirás en cada rayo de sol,
en cada estrella, en la luna,
o en los pétalos de una flor.
Tu luz, nos iluminará para siempre.