Cuando veo la puesta de sol me hace pensar en la muerte; ya no pienso en otra cosa mas que en ella. Solo pienso en ese despertar en tinieblas que se hace presente de un momento a otro y en el veneno que has esparcido por mis venas, por mi piel, por mi vista; ese bebedizo que hace lo propio a manera de una enfermedad que me carcome el alma poco a poco. La respiración se corta pausadamente, todas las cosas que he dicho y hecho son como una espina que drena poco a poco mi interior. Soy un vampiro seco, mis lágrimas son de polvo y el miedo me aborda al despejarme de tu tacto y de su santificado sabor; tan afable como tus miradas dulces y penetrantes que siempre me han dado existencia, esa vida ahora en el olvido. Soy el muerto vivo que camina, mis disculpas ya que nunca entenderás lo que es estar atrapado debajo de tres metros de putrefacción, sin alimento, sin la vida que propicias, sin ti. Grito desde la prisión que es mi carne y mis ojos están escaldados; el miedo del romance, el dolor de vivir, la alegría de la pena, la fuerza de no perdonar. Las estructuras caen como muertos que han sido asesinados por mi paso implacable, la furia se hace presente, la peste se hace mi alimento eterno. Mis ojos están oscurecidos de dolor infinito y sin ti la muerte asciende.