"Te veo y te mueves,
así debía ser,
entre pausas de viento,
con tus hombres cansados... al borde del motín.
Si...¡ahí estas!,
en tus precarios barcos,
luchando contra los monstruos de tu época,
zamarreando al cobarde religioso,
empujando la locura hasta el límite.
Si... pero aquí estoy,
¡Limpien tubos dos y tres!,
crees que puedes llegar al lugar de los manjares,
darle a la corona placer y oro,
darte fama e historia...
pero aquí estoy".
En algún lugar, en algún fragmento del ocaso del medioevo,
entre la luz y la sombra,
donde las gentes creían en el filo de un Dios aun presente,
en donde el alma valía y la vida...
la vida valía un carajo.
"...Tres botes de madera,
se te caen los tarugos señor Colon,
pesares y hambres y ya casi llegas,
¿ves esa gaviota?, yo la veo,
¡carguen dos y tres!...
lo siento señor capitán,
¡fuego dos y tres!,
desaparecer sin dejar rastro,
y solo mi conciencia como testigo,
¡Inmersión!".
(- ¡Señor!, ¡mensaje urgente!...
- ¡Que me pudra!,los comandos no lograron entrar a Atenas. Alcibíades sigue vivo...
- Y la misión del los diez mil continua señor.
- Nada podemos hacer, ¡rumbo al siguiente objetivo!)
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