Recuéstate en las paredes mientras yo trato de escalar las paredes del infierno en vida. Y a mi caída eres la única que esta ahí para presenciarlo, compartirlo, al filo de la ignorancia que llena este día, esta noche. Si solo es dulzura pura la que fuera ofrecida, ¿porqué se mantiene este sabor amargo en mi boca?, en tu boca que blasfema dulcemente al arrullo del cantar de la luna.
Y heme aquí encontrando el dictamen que ronronea al caer el sol, y observar como se levanta la luna roja, la luna de la nueva sangre que presencia tu calabozo escarlata en el cual no ha habido ni habrá un horror que sobrepase la crueldad del frío sol. Moriré gritando; gritando mi último aliento en angustia inútil dejando que las almas vejen y lo escuchen, como si fuera su maldición, su melodía, su relajamiento corpóreo que sostiene las ramificaciones de su féretro de cristal. Desgarrando el sol del cielo, moriré gritando.
No he muerto, abro los ojos sin negar lo que he sido desde el momento en el que nací, y veo la flama otoñal que envuelve aquellos cuerpos que se consumen con las llamas naranjas del verano, mis cenizas caen, mi piel es lacerada; pero con orgullo vestiré mis cicatrices. Hemos sido formados por una flama oscura, nos incineramos al ritmo palpitante del corazón negro que anida en nuestro pecho, y así, juntos; formamos una llama negra que perpetuamente ha de iluminar el camino luminoso de la nada, del principio al fin, del fin al principio y de la fijación modulatoria aquí presente. Lo se, es aquí donde nos arrepentimos, así que ¿hacia dónde vamos?; vamos hacia el lugar místico y etéreo al cual pertenecemos. En espacio negativo las fallas pasan desapercibidas y correspondidas por el derrame de sangre; pero nuestra fuerza es vista por los ojos testigos del proceso árido. Juntos en luz traemos la oscuridad encendiendo el fuego del mañana el cual nace de la noche de la cual nacimos, somos hijos y vivimos.
Sentimos un millar de dolores, pero solo uno esta recibiendo una sangrienta invitación para sentir el calor de este cuerpo decadente que me encierra, nos encierra.
¿Quieres sentir la vida fluyendo?, ingesta la rejuventud. Uno para consumir, uno que renueva; una invitación demandada y a cambio ofrezco gracia, ofrezco sangre; ofrezco todo hasta que mi corazón sea transparente, quiero probar la vida, la vida fluir a través de mi, de ti, de nuestro ser.
Ve y regresa a través de la tristeza, lagrimas de alegría. Maldice el día, y ama la noche; noche arsénica para nosotros; bebe la locura, quedándome así en las sombras mientras mis alas crecen cada vez mas y mas. Como un ángel con alas rotas alcanzo el cielo de nuevo pero caigo al cálido infierno con sus llamas púrpuras; como un demonio destinado a mejores cosas, encontrare mi lugar en las alturas.
Ahora roba la carne que atormenta las mentes estáticas, este mortal deseo parece tan natural, si; lo conozco, lo conoces; familiarizados estamos con el instinto. Llanto imperfecto, rompe en éxtasis; ahora observa como me destruye.
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