estuve esperando meses a que te fueras y mientras me tirabas en la cara todo el silencio y la indiferencia que había ahí para mí especulaba yo también, como en pausa, qué era lo que te pasaba por la cabeza.
ni yo pude hacerlo tan limpio en un par de líneas, precisas, certeras, la estocada final que necesitaba para darme cuenta que esto se terminó sin haber empezado. porque dijimos adiós sin siquiera haber dicho un hola, y tampoco nos quedaron los recuerdos que había que repartir porque nunca los tuvimos y nunca deseé tanto estar en un lugar y decirte en la cara que esto no tenía que ser así, decirte que pienso que puede que estés con otra o que se te pase por la cabeza y que creas que así van a ser mejores las cosas y esto nunca exisitió porque es lo más lógico. y puede también que te rías, y que salgan a caminar y que la lleves a tu casa. puede que vayan al cine y hablen de todo un poco y que pienses que está todo bien, que la quieras y que me has sacado de tu vida como era el temor que siempre tuve, aún sin haber estado presente. pero de todos modos, querido, sería como cerrar los ojos y lanzarse al vacío, porque me construiste de a poco en tu cabeza, llamándome con todas tu fuerzas, con todas tus ganas, con toda la necesidad que tenías de mí y me pusiste en tus sueños tanto, que me hice real y aparecí por un rato corto y te aprendiste mi nombre y me diste una imagen más clara que la que ya tenías y corriste cuando no tenías que hacerlo. y corriste cuando sí tenías, y corriste cuando yo te eché.
y ahora es todo como ser un par de gente extraña, un par de gente que está de lados distintos y cierran los ojos para ver si las cosas siguen pasando, porque nada se congela y ya nos salimos de entre medio.

probamos el límite de cuánto tiempo durábamos en irnos y volver siempre como por fuerzas magnéticas. desgastamos el hilo que nos unía siempre que salíamos corriendo creyendo que no íbamos a estar nunca más en el mismo lugar y ahora todo es tan diferente y a veces siento que no importa que las cosas cambien y que estemos tan lejos como montañas. no importa que haya más gente y que hayamos dejado de correr para quedarnos en un punto estático que ni tú ni yo conocemos. no importa, porque siempre mi despedida va a ser más larga como estirando el discurso para demorarme en salir, a ver si de nuevo me alcanzas y no me dejas moverme intentando de algún modo contener esto que siento aquí para ti y que no es de nadie más, porque miro las fotos y deseo abrazarte en toda tu infantilidad y haber visto tus botones y ver algunas películas de madrugada.

pero eso último que te escribí está tan obsoleto que me dan ganas de borrarlo y de decirte que te odio por estar tan distante y que hayas vuelto con tanta nieve encima, como la última vez que hablamos y que no dijimos nada, excepto darnos cuenta que el tiempo se nos pasaba volando cuando nuestras palabras flotaban, brillantes. y que te sigo odiando por no haberte atrevido a más y que me odio a mí también por ayudarte a quedarte quieto y quedarme quieta yo también y haberte aceptado la primera vez en mi vida.

y ahora me quedé con todas las canciones y con esa carta escrita en papel que nunca alcanzaste a leer y el dibujo mal fugado que contaba un pasaje en nuestra vida, tal vez años más adelante en que todavía creíamos que seríamos los espejos y en mantener todas nuestras claves y códigos que nadie va a saber nunca.

no quiero decirte HIROSHIMA, mon amour. pero todo nos lleva a esto.