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La fineza de sus palabras, despertaron en mí, delicados sueños de amor.
Y su voz, deliciosamente arrulladora, embriagó mis deseos apenas disimulados.
La fragancia de su cuerpo por aquél entonces, adornado con su diadema de juventud, provocó un suave vaivén de tranquilidad en mi alma azarosa.
Sus pasos de niña traviesa, siguieron mi suerte hasta los confines de mi vida,
hurgando con ardorosos besos, el fondo de mi corazón subyugado.
Su sexo alimentó mis ímpetus irrefrenables, con el candor de sus movimientos.
Y sus senos firmes, cobijaron mis labios en eternos besos de dulzura.

¡Mas los años quebraron su alegría, y los hijos venidos, velaron sus rasgos de mujer hermosa!
La duda del amor, se clavó en sus sienes cansadas, dando paso al hastío de los años y al fastidio de los días.
¡Vi de lejos, el huracán de la monotonía! ¡Sentí a leguas de distancia, el olor a la disputa! ¡Reconocí con dolor, el final de nuestra aventura!
No obstante, dejé que mis sentimientos se fueran apagando con la sonrisa en mis labios.
Después de todo… No me quejo… Nada rechazo.

Triste acaricié con mi aliento enamorado, su figura tersa. Y anheloso, hundí mis dedos cohibidos en sus cabellos de noche obscura.
Mis manos se extendieron en súplicas inertes, pero su mirada se extraviaba por las ventanas del desdén.

¡Adolorida, mi alma le suplicó con la vehemencia del desesperado!
¡Adolorido, mi corazón la buscó por entre sus quejas inútiles!
De lástima escuchaba sentada en su taburete de niña mimada. ¡Insensible!

Balbuceé entre dientes su nombre hasta secar mi garganta.
Inútilmente adoré su sombra, con la esperanza viva de aquél beso que no llegó.
¡Por un segundo! ¡Solo por un segundo!
Vi de pronto brillar sus ojos a través de la luna. Y mi alma desconcertada gritó jubilosa.
¡Mas la tarde se la llevó por las turbulentas avenidas de tráfico infinito!
Se fue sin volver la vista atrás, perdiéndose por entre esa multitud de gentes desconocidas.
Solo vi sus espaldas a través de mis sollozos ingenuos, alejándose con paso seguro, en busca de sus ilusiones perdidas.
Se fue atravesando las cortinas del presente, para cobijarse en las mañanas de un futuro mejor.
¡Que así sea! Después de todo…No me quejo… Nada rechazo.

MARIO "PANTERITA" ARACENA.
6 de diciembre de 2006.

Texto agregado el 22-09-2007, y leído por 111 visitantes. (0 votos)


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