Naciste por la magia de vientre inmaculado. Encarcelado en un cuerpo, bebiste el cáliz del infortunio y del dolor, ese sátrapa que afixia. Abrevaste tu sed en las gotas de un rosario de espinas. Celoso pastor de luz, huésped del fuego que no se apaga. ¡Dios! Dios que sabes de alquimia a la hora de mi último sueño proveéme la eternidad de un tiempo que no me sea avaro. ¿acaso seré defraudada?.-
Texto agregado el 22-09-2007, y leído por 186 visitantes. (7 votos)