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Naciste por la magia
de vientre inmaculado.
Encarcelado en un cuerpo,
bebiste el cáliz del infortunio y del dolor,
ese sátrapa que afixia.
Abrevaste tu sed en las gotas
de un rosario de espinas.
Celoso pastor de luz,
huésped del fuego
que no se apaga.
¡Dios!
Dios que sabes de alquimia
a la hora de mi último sueño
proveéme la eternidad de un tiempo
que no me sea avaro.
¿acaso seré defraudada?.- |
Texto agregado el 22-09-2007, y leído por 186
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