“Los Ciudadanos Ilustres”
De pie, emocionado e incómodo, miró a su auditorio con desdén y empezó a hablar con voz suave pero firme:
“Escribí más de una veintena de libros que la crítica ha tratado, sin duda injustamente, como pequeñas obras maestras del pensamiento contemporáneo y el público, influido por la superstición de que puede encontrarse algo nuevo bajo el sol, comprado con inexplicable fidelidad. Mi vida es una apacible y envidiable comodidad: me despierto a la hora que quiero, trabajo la cantidad de horas que deseo (hasta que el tedio o el cansancio me vencen) en la quietud de mi hogar, protegido del frío, del calor y de la lluvia. Me pagan muy buen dinero para dar conferencias que no son otra cosa que la explicación de mis pobres escritos y doy clases en la facultad en las que aprendo más de lo que enseño. La gente me saluda por la calle y me manifiesta un cariño y un respeto que, realmente, no merezco. Ahora, ustedes (que han tomado en serio mi obra que nunca han leído) deciden declararme Ciudadano Ilustre. Yo rechazo tal honor porque no lo merezco. No se trata de falsa humildad; si yo fuera el mejor escritor de la historia de la humanidad, tampoco lo merecería.
Les diré quienes son, en verdad, Ciudadanos Ilustres. Son esas personas que todos los días se levantan temprano, viajan en medios de transporte atestados como si fueran ganado para trabajar todo el día por un sueldo miserable y que al volver a sus casas, cansados y deprimidos, tienen un resto de fuerza para brindarle un poco de amor a sus familias antes de acostarse y dormirse esperando el próximo día, que será igual al anterior y a los siguientes. Los Ciudadanos Ilustres son esas personas que con su esfuerzo y trabajo nos dan de comer a ustedes y a mí, esas personas que son asesinadas para robarles unos pocos pesos, un par de zapatillas o un celular, esas personas que agonizan en hospitales carentes de insumos, esas personas que con esperanzas e infinita paciencia los han puesto donde ustedes están cómoda e inútilmente sentados. Los Ciudadanos Ilustres son los testigos y las víctimas de vuestro constante y nunca castigado fracaso, deleznables políticos”.
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