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Esperaba el colectivo abstraída en mis pensamientos, todavía
seguía sorprendida, viendo el piso sin mirar, las gotas de lluvia formaban globitos en la zanja, señal de que iba a seguir lloviendo varias horas más. Llamó mi atención una tarjeta tirada, pegada a la baldosa mojada, sucia, distinta porque era roja, no llegué a leerla, el hombre de adelante la pisó al extender la mano para parar al 126. Subí y a las pocas cuadras pude sentarme. No podía sacarme de la cabeza la noticia, todavía no podía creer lo que precisamente iba a tener que explicar al llegar a lo de la vieja. No sabía cómo decírselo, y para colmo estaba retrasada, pero, al final la vida está hecha de apuros y retrasos, porque si los tiempos en que ocurren las cosas fueran otros, los resultados serían totalmente distintos, casi como si pasaran otras cosas. Subió una mujer de mediana edad, sin ningún problema aparente, el muchacho de adelante le cedió el asiento, al lado del tipo que paró el colectivo, que la miraba tratando de encontrar qué la había hecho merecedora de ese privilegio, no encontró nada y siguió escudriñando. Pero por qué no pienso en cómo decírselo en vez de distraerme con esto. Ella ni se lo espera. Me acuerdo que de chicas jugábamos con Julia a desaparecer, no era una escondida común, era formar parte del lugar, no notarse, ahora me gustaría hacer eso. Por qué me tocan siempre a mí estas misiones de mensajera, cuando no tengo nada que ver, o sí, no sé. Cara rara la de ese bebé, medio bizco, ¡qué me importa!. A la vieja le va a caer como un baldazo de agua fría, Julia, también, dale y dale hasta que la echaron, yo le dije, pero ella es tan terca como la madre, y yo en el medio, como siempre, quién me manda. Para mí la vieja no va a querer saber nada con que vuelva a la casa. Está buena en serio esa lapicera, para la dama y el caballero, el escolar y el estudiante, tinta documental. Eso, los documentos, podría hacer valer que también es heredera del viejo, que la casa también es de ella, pero qué digo, el problema no es de propiedad, es que son dos cabeza dura y ninguna quiere ceder. En Miami lo conseguís como nada, y barato además, este año creo que tenemos que volver, sí, viste, por los chicos que tendrían que empezar el colegio, viste. Maldigo los celulares, antes los colectivos eran tan silenciosos, uno podía concentrarse. Hace mucho que no hago un viaje tan largo, menos mal que dejó de llover, pero el calor sigue igual. A la vieja casi no voy a visitarla, para escuchar criticas de Julia nada más, me quedo en casa. Ya me cansé del juego de las dos, y por ahí, si no estuviera yo en el medio no tendrían otra alternativa que arreglar las cosas, que sé yo.
Me voy a ir fijando para bajar. Está todo muy cambiado, casi nunca vengo en verano y los árboles con hojas cambian el paisaje, tapan puntos de referencia, nombres de calles, la verdad que no sé si ya me pasé, mejor bajo.
Voy a preguntar. Sabía que me pasé, bueno, una caminata me va a ayudar a encontrar las palabras.
Qué hermoso está el jardín, la vieja siempre tuvo buena mano para las plantas, el perfume de los jazmines es increíble, ayuda al suspiro para tomar coraje y tocar el timbre.
Cómo tarda, o soy yo, que quiero sacarme esto de encima y no meterme nunca más.
Hola, hermosa, qué linda estás, te queda tan bien el turquesa, para vos no pasan los años, esto está todo igual, no, se fueron algunos vecinos, y es la vida, la casa está idéntica, más o menos, vos estás bien, se te ve bien, pasá, pasá, que hace calor, vamos al fondo.
Trae té de cedrón helado, se acuerda que es el que más me gusta, pero cómo saco el tema de Julia.
Estoy tan contenta de que hayas venido, pero decime cómo está Julia, yo sé que la seguís viendo. Sí, bien, como siempre, bueno más o menos. No me deja seguir, parece no importarle, pero me preguntó, que raro.
Viste cuando me llamaste que te dije que vinieras después de las cuatro, bueno es porque tenía turno con el médico, me dijo que estoy mal, me queda poco, yo ya me lo temía, sólo fue una confirmación, pero lo que importa es que ya me decidí, quiero que Julia vuelva, quiero solucionar todo, no más peleas, ya no puedo perder tiempo.
La miro muda, está distinta, parece otra, antes no hubiera podido ni tocarla, ahora la abrazo fuerte, me siento aliviada y angustiada, alegre por ellas, por mí, triste por todas, no sé, lloro, la sigo abrazando como nunca y lloro, sonriendo.

Texto agregado el 21-09-2007, y leído por 121 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
22-09-2007 Mira, te leí detenidamente en dos ocasiones, encontré tu narrativa muy cercana al lector, tienes un modo de suspenso, de no querer tirarlo todo, se me hizo confuso hasta el final con el asunto de Julia, sin embargo habían parajes muy simpáticos como las distracciones que el personajes tuvo mirando a la otra gente, los monólogos, me comprendes?, muy buenos, te pondero por lo amable de tu pluma, lo cercana, pareció un tipo de diario de vida, muy bien letras_latinas
 
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