el titiritero rosa acercaba sus hornos a la sombra en el pasillo poco iluminado.

se descongelaron como hadas dentro de la mandíbula del insecto gigante.., curvas del medallón amargado. drenando su calculadora en los colmillos del aullido del estallido.
amalgamados estatuas con los ladrillos de la atmósfera que graznaba. baba de monstruo en la raza aria de su historia. categorías invencibles con amuletos invisibles... destellos de comezón con la sangre que emitía el piano de la arrogancia. capas color negro con el revólver mirando las hojas también...

alejándose del plato de continuidades hermosas.., las notas del claroscuro pendulaban las manos recién nacidas. entrelazadas cubiertas de polvo.., se abrazaron y agua negra, comenzó a salir de sus anillos.
luchando con la corriente del pulpo al tamaño, vértices frente a frente con las lenguas de fuera.
detectaron la caricia del poderoso imán malvado, mientras la tierra de los carnívoros masticaba innumerables humanos.
públicos...

se corta la escena por la paranoia....

mis luciérnagas negras regresaron con cuchillos enterrados en sus alas. la basura de las mariposas vacías descendían el brote del otoño de infierno. lo rocoso continuaba hacia el gran mar eclipsado.

rompiendo suicidios escondidos en forma de asteroides, recorriendo las venas de la fotografía. sin cubiertos, descubiertos en la masacre de la cajita musical.

tableros húmedos por la reencarnación de lo libidinoso en las uñas mugrosas... tinieblas cruzando las olas de petróleo, por dentro de las puertas imperfectas.
desintegrándose ante la entrada del nuevo palacio. ahora virtuales, tornándose vapor condenado.

el pentagrama se contagiaba de silencios... muriendo en la nada bajo un árbol en el bosque.
las gotas de vino..., destruidas por la sombra intoxicante mientras el beso de la galaxia perdía sus sentidos al desvanecerse sin un alma alrededor... desnudos... perdurando sus nombres en la eternidad.