En un pequeño jardín y sobre una tierra árida germino hoy una hermosa rosa de dorados pétalos. Su brillo alcanzó a cubrir todo el sendero donde otras muchas flores se encontraban, algunas ya estaban marchitas o no tenían color ni brillo. La mala hierba logró divisarla y se abalanzó hacia ella para admirarla. Reaccionó la bella rosa desplegándose por lo alto, atemorizada de mirar a la cizaña como esta la rodeaba con deseos de abrazarla. De su bello tallo brotó un cúmulo de espinas que golpearon al invasor el cual cayó fulminado retrocediendo entristecido. Largo tiempo duró sin mirar este a la bella rosa, que seguía erguida para no ser una victima de tan terrible alimaña.
El tiempo pasó y poco a poco la rosa se fue desvaneciendo. Su incauta belleza se fue apagando hasta marchita quedar. Su tiempo estaba terminando. La cizaña al fin se le acercó entristecido al verla morir lentamente.
- ¡¡¡Ohh bella rosa!!! Exclamó. Ya no están tus espinas, pues secas se han desprendido de tan bello tallo que un día erguido me lastimara. Pues te diré que el tiempo ya ha pasado y tu belleza no se ha inmutado, tus pétalos ya marchitos hoy resplandecen mas bellos e intensos que nunca.
- ¡¡¡Ohh mala hierba !!! exclamó la rosa. La cizaña en mi corazón la tenía, pues muero sola y triste.
- La enredadera cubríosla entonces con sus largos brazos protegiéndola así del frío viento del verano y el fuerte calor del sol.
- La rosa alegre volvió a la vida, erguida hasta el cielo en aquel instante último de su vida, en que el celoso sol con un furibundo rayo cual lanza atravesó la cizaña hasta herir de muerte a la ahora tan frágil rosa que se desplomó en los brazos de aquel que hoy había dado una luz a su vida y que la seguiría para siempre.
- Rugió la cizaña enfurecida contra el siniestro sol que inerte se mantenía observando a la rosa mal herida. Aquellos hermosos pétalos uno a uno se iban desprendiendo para ser robados por el cauteloso viento. Sus brazos se desplegaron y en una feroz lucha se abalanzó contra sus enemigos. El sol lanzo un torrente de fuego que quemó su interior, mientras el viento arrebato de sus enredaderas las miles de pequeñas hojas. La mala hierba cayo de rodillas y mientras miraba aquel hermoso tallo de la ya muerta rosa se acercó a ella para así poder morir mientras el poderoso sol seguía lanzando sus furiosos rayos y el siniestro viento los arrastraba por el sendero sin compasión.
- Miró al cielo la cizaña en su último suspiro mientras cubría a la rosa y se perdían esparcidos por los interminables parajes de la ensenada.