Por la noche sólo quería recordar los tiempos pasados, intentar conectarme con lo que había sido, forjar un puente hacia aquellos momentos en los que desde el ahora me veía feliz.
Depuraba el recuerdo, lo repetía muchas veces para poder encontrar algún detalle nuevo, que me permita volver a darle vida y renovarlo. Aquella vez intente recordar la primera vez que había trepado el paraíso de la casa de la esquina, ya todos los mas grandes habían podido lograrlo y yo, tan pequeño como ahora, espere la hora de la siesta para que no haya testigos y así emprender la aventura de llegar a las ramas mas altas. Primero tomé carrera, al llegar a la base del árbol, me frene. Volví a tomar distancia, nuevamente a la carrera y salte, nada. Miré hacia los costados para ver que ninguno de los mas grandes se le haya ocurrido despertar de la siesta obligada. Me alejé más esta vez, tome carrera y al llegar al árbol veo que sale José, que era el dueño de aquel árbol o al menos estaba en su vereda, no tuve mas remedio que desviar el destino y en lugar de dirigirme hacia el paraiso tuve que seguir curso hasta la esquina a toda velocidad y saludar con un humilde: "Que haces Jo?" y seguir corriendo, obviamente tuve que dar toda la vuelta manzana, era una tarde calurosa, pesada de verano, lo que permitio por suerte que no me crucé a nadie en lo que me tomó volver a mi punto de partida. Me aseguré esta vez, con mas firmeza que las anteriores que ninguna otra contingencia me trunque mi hazaña de verano. Escuche que José le pedía a la madre un vaso de leche, por lo que eso me daba algunos minutos y mas de chance para intentar nuevamente conquistar la cima. Estiré los brazos hacia atrás, me agazapé solo un poco, corrí tan fuerte como podía, mis pies apenas acariciaban el suelo y al llegar al tronco levante mi pierna derecha apoye el pie, de ahí tome impulso y con mi mano izquierda tome la primera rama de la base, una rama fina por cierto, pero lo suficientemente fuerte para sostenerme, la tomé con las dos manos y quede balanceándome, volví a mirar hacia todos lados, nadie, tenía miedo que salga alguien y me haga tener que soltar y caer. Esta vez la buena ventura fue mi aliada, estudie las ramas laterales, opté por la que estaba mas cerca hacia la izquierda, allí pude apoyar mis pies, por lo que ya tenía mis extremidades en su totalidad EN el árbol, un alegría me dejo estático pero no me conformaba con estar allí, giré mi cuerpo mirando hacia el suelo, la altura me dió cierta inseguridad pero no podía dejarme vencer por el miedo, tomé la rama que estaba arriba y apoyé mi dos pies en la primera rama donde quede colgado. Ahora estaba erguido en el árbol, sobre una rama de la base, pero estaba en el árbol!! Allí arriba mirando el cielo azul.
El sonido hueco de los pasos en el pasillo me sacaron del recuerdo y abrí los ojos buscando ese cielo azul de verano infantil y solo ví una noche oscura, tanto como mi celda.
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