La mujer
Lo que realmente me molesta de un hombre es cuando él dice “mi mujer esto” o mi mujer aquello”. Suena como si hiciera un inventario de las cosas que tiene: este es mi coche, este es mi perro, esta es mi casa, esta es mi mujer. No me acuerdo haber oído de una mujer nombrar a su esposo o compañero, “este es mi hombre”. ¿Es que el hombre compró a su pareja al juntarse con ella, ya sea legalmente o ilegalmente?¿Porque el hombre no puede decir “esta es mi esposa o compañera” dependiendo del caso. El machismo llega hasta los límites de lo permisible, por lo menos para mí. Quizás a las esposas no les moleste que la califiquen de esa manera. Dirán que es la costumbre. En realidad en alemán se dice “meine Frau” (mi mujer), pero también la mujer dice refiriéndose a su esposo como “mein Mann” (mi hombre). Otra forma sería “meine Gattin” (mi esposa) o “mein Ehemann” (mi esposo). Es verdad, que muchos hombres creen que al firmar en el registro civil y le dan la libreta de matrimonio, que con eso ya la otra mitad de ese pacto le pertenece de cabeza a pies. Lo único que les falta es ponerle a ella un sello en la frente que diga: “propiedad privada”; no se mira, no se toca, y lógicamente “prohibida la entrada”. Mientras que la mujer debe mantenerse casta y pura y no diseminar sus dotes por ahí, el hombre sigue su juego preferido: a la caza de otra mujer. Tiene que demostrarse a él mismo que aún es apetecible para el otro sexo. Y cuando más viejo se pone él, más jóvenes se ponen ellas. Claro está que el sesentón, pelado con una panza de 8 meses de embarazo, se cree todos los susurros que ella le dice mientras le mordisquea la oreja. Lo que ella no le dice es que lo aguanta por el dinero que él derrocha en su persona. Y él ya completamente idiotizado, cree que es el amor que la ha unido a él. En algo tiene razón es el amor a su dinero que ella profesa. Mientras tanto la esposa que ha luchado junto a él todos esos años y criado los hijos que le hizo, tiene que hacerse la ciega, sorda y muda, para no ser desechada como un saco viejo. No se separa porque no tiene el dinero para mantenerse sola, y las “migajas” que por ley él le pasaría en caso de que pida el divorcio, no alcanzaría para la clase de vida a la cual ella se acostumbró. Así que seguirá como los tres monitos “no veo, no oigo y no hablo”.
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