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Inequívoco guiño cómplice para comenzar la tarea. Tiresias, un invitado de lujo, amordazó al viento; Zeus tapó los ojos de la noche, Afrodita distrajo al resto del universo desnudándose lentamente. Antes de la gran prueba, Apolo me bendijo. Prometeo iba a acompañarme, pero no pudo evitar el deseo de volver a robar, otra vez, el fuego sagrado. Hércules recién volvía de su aventura y excusó de seguirme. Bajé en silencio por la parte posterior del Olimpo, hice algunos kilómetros y ví la zarza ardiente, me acerqué y la oriné. Creí oír una voz, me asusté, volví corriendo a la morada de los dioses, pero ellos habían huido o tomaron la decisión de no darme refugio y dejarme librado a la ira del que me dijo, mientras orinaba, “Yo soy el que soy”. |
Texto agregado el 19-09-2007, y leído por 144
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Lectores Opinan |
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19-09-2007 |
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Sí, me considero un invitado de honor, sin dudas. Ahora, mi querido jeringa, sólo alguien con su... Imaginación? u osadía tendría la extravagancia de orinar justamente una zarza ardiente. Corajudo lo suyo, del alto riesgo le diría.... Bien, bien, jeringa, cada vez mejor. tiresias |
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19-09-2007 |
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Jajajajajajajajajaaaaaaaaaa, de las mejores, jeriiiiii, de las mejores!!!! jajajaja chantal-deveraux |
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