OTRA VEZ HACIA LA CRUZ
Mucha gente hay, ante él, hoy reunida, para escuchar sus palabras. Sin embargo, contrariamente a lo que se hubiese esperado, su semblante es de tristeza.
La gente lo escucha, como un montón de niños; reciben sus palabras con avidez; mientras él les cuenta, con infinita paciencia, la parábola del sembrador.
Sus ojos dejan salir, sutilmente, una desazón inconfesable y eterna.
Él es Dios; sabe que esta gente lo va a crucificar; que lo que hoy es revolusionario mañana será lo establecido; que habrá inquisiciones, ministros codiciosos, ministros pederastas, rituales huecos...
No es la primera vez que predica lo mismo, frente a las mismas personas, que lo siguen oyendo como si en verdad fuese la primera vez; como si no lo hubiesen matado ya infinitas veces.
Sin embargo, lo hace, entrega su evangelio al mundo; y pronto, muy pronto, unos cuantos versículos más adelante, marchará otra vez hacia la cruz.
3 de junio de 2007
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