Don Vitto, hombre de firme convicción pacífica, amante de su familia y visionario financista de negocios en todo el orbe, concluyó que era tiempo de viajar a América a supervisar sus asuntos económicos en aquel lugar, convocó entonces a sus mejores guardaespaldas e invitó a su “nona” a aquella travesía, pues le costaba mucho separarse de ella.
De este modo, la comitiva viajó desde Sicilia hasta la ciudad de Chicago. Una vez allí, don Vitto, fue recibido con gran celebración y cariño por las familias italianas residentes quienes le ofrecieron una gran cena de honor.
Tras varios días de trabajo y supervisión don Vitto a quien todos llamaban cariñosamente “Il Padrino” comprobó que todos sus negocios marchaban bien y sin problemas.
Concluyendo todo, don Vitto dijo a su nona:
- Ya ves nona, que todo va bien con nuestros asuntos, tenemos muchos negocios e inversiones que están trabajando sin problema alguno, lo cual me proporciona mucha alegría y satisfacción.
Mañana regresaremos a Sicilia para seguir con nuestra vida normal, ojalá, nona, esta noche puedas prepararnos un buen plato de gnoccis a la italiana para celebrar.
La agradable anciana aprobó el pedido con una sonrisa y luego Il Padrino dirigiéndose a sus muchachos les dijo:
- Esta noche iremos a algún casino a celebrar nuestro paso por América.
Y así, llegaron todos a un lugar de juego donde don Vitto manifestó su deseo de probar suerte con el póker. Sin embargo, según transcurría la noche, la suerte le era muy adversa y ya había perdido mucho dinero. Fue entonces que uno de sus guardaespaldas acercándose al hombre que repartía las cartas dijole :
- Mira gusano, si no le das cuatro ases a don Vitto en el próximo juego, eres hombre muerto.
El aterrado hombre no tuvo más remedio que entregar los ases a don Vitto alterando todo el sentido del azar del juego, pero permitiendo que Il Padrino ganara y acumulara una enorme cantidad de dinero.
“La Casa gana”, era una frase que ya no se escuchaba en el casino para júbilo de don Vitto y sus hombres.
Finalmente Il Padrino concluyó: Para qué ganar más dinero, los negocios y la suerte en los juegos, me han dado tanto dinero qué ya me es difícil saber a cuanto asciende mi fortuna y la de nuestras familias, y dirigiéndose a sus guardaespaldas les expresó su deseo de retornar a la tranquilidad del hogar para degustar los deliciosos gnoccis que con seguridad, habría preparado la nona.
Y abandonando el imponente casino de juegos, Il Padrino abordó su lujoso automóvil y ordenó rumbo a casa donde le esperaba la nona con su plato favorito, sin embargo, el segundo automóvil de la familia italiana fue interceptado por la policía alertada del fraude cometido.
Y sucedió que desde aquel segundo automóvil, varias ametralladoras abrieron fuego contra los policías y empleados del casino dejando a varios muertos en el camino.
A la mañana siguiente, ya en el avión, Il padrino leía los titulares de los periódicos que hablaban de una matanza de policías y empleados de un casino de juegos a manos de peligrosos pistoleros extranjeros, noticia lamentable y trágica que hizo suspirar de un lamento la férrea convicción pacífica de don Vitto, luego, besando cariñosamente la mejilla de su nona le dijo:
Guarda nona, este es un país muy violento, qué suerte poder regresar a nuestra pacífica Sicilia... la dulce anciana sonrió.
|