Trabajo mucho en la red porque he descubierto que ahorro mucho tiempo respecto de las consultas bibliográficas reales.
Lo hago de noche, cuando la vasta biblioteca universal está más desocupada, por lo menos en este lado del planeta.
He viajado tanto por los anaqueles virtuales que he tratado de crear una imagen en mi cabeza que no puedo terminar de completar.
Ayer noche tuve un encuentro misterioso en una página sobre laberintos. Me sorprendió al principio, pero con tantos blogs que se abren para sólo mostrar al propietario en alguna parranda, este espacio me atrapó por lo curioso.
Busqué y busqué entre sus muchos "objetos" a disposición de los cibernautas y me estremecí cuando me enteré quién era el propietario.
Dudé al principio pero lo confirmé después. Creí que se trataba de un chiste cazabobos pero las firmas de los visitantes del sitio me dieron la razón.
Allí estaban Proust, Kafka y Bradbury que intercambiaban impresiones con el dueño de casa.
Poe y Lovecraft fraternizaban entre sí mientras rememoraban oscuras profundidades pobladas de seres innombrables; entre tanto, Orwell y Wells se refutaban mutuamente sobre el futuro que imaginaron.
Casares se mantenía lejano y Cortazar discutía problemas de estilo con el propietario de blog aunque no muy preocupado por sus opiniones.
Varias noches volví a leer los diálogos de Platon, con varios interlocutores que cambiaban una y otra vez los cursos del pensamiento puro; otras veces me volví a conmover con Emma Zunt como la primera vez.
Reconocí la prosa Quiroga aunque nunca se presentó y las dulzonas rimas de Becquer que a pesar de tanto trabajo escrito, todavía no ha madurado.
Ha pasado mucho tiempo desde que descubrí este especial blog. De vez en cuando otros invitados entran al espacio y dejan sus opiniones. El propietario no deja de contestar y a veces, las charlas duran días hasta llegar a alguna conclusión de valor.

Me he permitido opinar con mucho cuidado y humildad. Le he escrito una breve pregunta al propietario del blog para que me informe sobre cierto poblado de pescadores que queda al norte de Islandia. No he recibido aún, contestación a mi inquietud. A cambio, el propietario del blog me ha respondido con unas breves frases para calmar mi ansiedad.

__ Disculpe mi ignorancia Sr. visitante. Desconozco el nombre de tal ignoto pueblo pescador de la noble Islandia. Si antaño mis ojos lo hubieran permitido, sin duda en la Biblioteca de la calle México habría encontrado datos para satisfacerlo. Hoy no necesito los ojos. Qué curiosos mecanismos tiene el universo para acomodar las cargas.
No sin preocupación, estoy buscando en la infinita red sobre la inquietud que lo desvela: Ya no son anaqueles, ni estantes, ni pasillos. Ni siquiera la irrepetible trama de la piel de un tigre.
Hoy la biblioteca no sólo es infinita sino que sigue en expansión. Permítase paciencia.

Atentamente.

J.L.B.