Aquel, era el verano mas impresionante que había visto en mi vida, todo según los científicos atribuidos al fenómeno del niño.
El 23 de marzo de 1998. Un hermoso día donde el sol al ocultarse va dejando sus ráfagas de fuego impregnadas en las nubes y las aguas del mar.
Tenía una invitación a una fiesta ese día.
Subí a mi motocicleta, la puse en marcha, su motor vibraba, era una pandillera 1200 c.c, el viento golpeaba mi cuerpo, avanzaba velozmente hacia un pequeño lugar en las montañas llamado Los Cartagos.
Ahí vivían mis primos.
Una hora después llegué.
Un viento frío azotaba aquella zona.
Mis dientes castañeaban.
De pronto. Salió un tipo, lo miré de reojo, ¡¡¡se parecía mucho a mí!!!. Sí era mi primo. Se aproximó lentamente me explicó la razón de su invitación... Era aquel baile en honor al nombre de ese extraño sitio. Por cierto que este ya empezaba. Miré el reloj eran las 8:11 PM. Guarde la motocicleta en aquella casa de cemento como todas las demás. El frío era insoportable.
Entramos al baile. Había toda clase de gente. Unas chicas nos invitaron a bailar, gustosos aceptamos. El baile se prolongo indefinidamente durante mucho tiempo. Miré nuevamente el reloj eran las 11:00 PM.
Otra cerveza llegó a mi mano.
Era la décima ya. Intente retirarme.
Me fue imposible, miles de estrellas se reflejaban en el universo. Cuantas no sé.
La luna también se dibujaba en el paraíso. Las lunas diría yo.
Llegó otro tipo, nos invitó a otra fiesta en San José ciudad capital... . Dos primos mas se nos unieron ya éramos cinco.
Traté de negarme. Pero ya era demasiado tarde.
Al fin llegamos.
La fiesta estaba de lo mejor eso me dijeron.
La 1:30 AM. Decidimos marcharnos a otro Local.
El Diamante, lo recuerdo muy bien.
Otra cerveza la décima sétima, empezaba a sentirme pesado.
Un tipo intento asaltar a uno de mis primos. No pasó a más. Las 2:30 AM. Al fin pagamos la cuenta. Todos habían salido ya a la estancia. Yo terminaba por despedirme de la gerente del establecimiento, una señora de no mas de 40 años al saber, de muy buena presentación. Me dirigía hacia la puerta... de pronto observe a un tipo alto y fornido, sostenía por el cuello a uno de mis primos, los otros observaban estupefactos.
Me interpuse ante ellos y traté de detenerlos. Un violento golpe imposible de detectar se detuvo en mi ceja izquierda. La sangre cubrió mi rostro. Un instante... Solo un instante. Un fuego de mi interior nacía. Mis ojos se abrieron furiosamente. Todo estaba claro como el día. Mis músculos se contraían. Miré con odio aquel tipo, todo en una fracción de segundo. Mi puño derecho fue lanzado instintivamente estrellándose en su pómulo izquierdo. El tipo retrocedió. Camine lentamente hacia él, lanzó un golpe que abanico los aires mientras mi puño izquierdo se incrustaba entre sus costillas. Nuevamente intentó retroceder, pero una violenta patada lo arranco del piso lanzándolo por encima de las mesas de aquel local. La gente se acomodaba en una esquina asustada. Un tipo de piel negra se levantó de su silla y se me aproximó. Levanto su mano sostenía una servilleta la tomé agradecido. Intenté limpiar la sangre de mi rostro. La gerente al fin apareció, su mirada expresaba asombro, se interpuso ante mí. Llamó al tipo por su nombre ¨ Carlos ¨ y preguntó " que pasa aquí" lo recuerdo claramente.
-Señora conoce usted a este hijo de _ _ _ a le pregunté.
La señora en silencio unos instantes me respondió...¡¡¡ sí !!!. El es el guardia del local.
¿Que?
La gente Empezó a reaccionar.
Se escuchaban las sirenas de la policía.
Decidimos marcharnos en ese preciso instante, mi primo era quien conducía de vuelta a los Cartagos.
Una semana entera con un ojo morado en el trabajo. Tuve que decir que me había caído de la motocicleta. Nadie me creyó.
Después de esto no volví a salir con mis primos de Los Cartagos ... Y no volví a tomar tanto por ninguna circunstancia.
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