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Es sábado. Son las tres y cuarto de la tarde. Veintinueve grados de sensación térmica. Pareciera que el sol hubiera confiscado la última gota de aire fresco. Afuera del cuartel de los Bomberos Voluntarios de La Boca, sobre la calle Brandsen, hay un mural realizado por “Pelado”. Se trata de un pintor que, ad honorem, inmortalizó, sobre una pared, el salvataje de un bombero a una mujer en medio de una catástrofe.
En el cuartel están los ocho bomberos voluntarios sentados alrededor de una mesa de comedor. Uno apaga la tele. Otros terminan de uniformarse con sus vestimentas azules. Cierran los armarios donde cada uno tiene sus pertenencias. Hacen bromas sobre la posibilidad de que existieran mujeres “bomberas”.
“- Lo que pasa es que no tenemos espacio físico para que entren mujeres. En las mismas duchas donde nos bañamos nosotros tendrían que bañarse ellas. Acá llegamos; de repente, suena la sirena, tenemos que entrar, nos desvestimos, desnuditos en calzoncillos, las chicas tendrían que hacer igual… Cambiáte, dejá de mirar y cambiáte… así no se puede -”, comenta Julián entre risas mientras recibe un mate que su compañero Manuel le ceba.
Al borde del nuevo milenio, todavía existe gente que le proporciona un servicio a la humanidad de manera gratuita, a costa de poner en riesgo sus propias vidas y con un escaso reconocimiento por parte de la sociedad. Son chicos de diecisiete, veinte, veintidós y veinticuatro años. Para ellos ser bombero es como un hobby. Lo comparan con el gusto por el fútbol, la pesca, la pintura. Por eso, en sus tiempos libres van al cuartel. A pesar de que sus familiares no están muy conformes por el tiempo que les quitan para estar con ellos, terminan apoyándolos porque saben que es lo que les gusta.
Se asumen como una gran familia. Y el clima que se percibe entre ellos lo hace visible. Se respetan, se cargan unos a otros, se ríen. Pareciera que cada instante en que están juntos lo disfrutaran como si fuese único.
Miguel Panunzio entra al comedor. Es el capo del cuartel. Su uniforme está adornado de medallas e insignias de colores. Lleva veintiséis años en esto. Él es el Comandante. Sin embargo, es un bombero más. No cree en las jerarquías y si hay que limpiar para mantener bien el cuartel, es el primero en buscar detergente, un balde y la escoba.
Todos trabajan afuera para poder solventarse económicamente. Manuel es mozo, Julián es verdulero, Octavio es cocinero en un restaurante de la zona, Eduardo es cadete en una empresa.
Hay gente que ha perdido el trabajo por ser bombero voluntario. Cuando buscan empleo les preguntan si pertenecen a alguna institución comunitaria porque saben que, si suena la sirena, deberán ausentarse de sus puestos por unas horas y luego regresar cansados y, quizás, sin poder rendir. Eduardo comenta que “-Llega un momento en que acumulás cansancio y, por ejemplo, hoy sábado, estamos con el tema de quién se queda. Con gel en el pelo, todo cambiado, recién bañadito, aparece un choque en el autopista y tenés que ir a sacar a la gente. Te ensuciás todo, te engrasás, te mojás y cuando llegás acá… A veces, estás en la puerta de la casa de tu novia, le tocás el timbre y, cuando sale, quizá ya no te encontró. Acá hay que estar. Te tiene que gustar”-
Eduardo tiene una figura corpulenta. Es el más simpático. Hace bromas todo el tiempo. Es de los que tiran un chiste sobre la mesa y espera a que los demás se rían para agregar un último bocadillo y reírse, por último, él. “A mí, por ejemplo, las agujas me impresionan. Yo, fobia. Me tenían que sacar sangre. (Ah, sos bombero, entonces qué, ¿le tenés miedo a esto?). Sí, le tengo miedo. Me duele cuando me pinchan, me da cosa. ¿Qué querés que le haga? Vos tenés que saber todo, hacer todo, no le tenés que tener miedo a nada”-.
Eduardo usa el mismo uniforme que todos, sin ninguna insignia, color azul, austero. Tiene un primo que es bombero voluntario hace diez años. Una vez, cuando llegaba de trabajar pasó por la puerta del cuartel y vio que había una salida (un incendio). Le gustó el movimiento que se armó y desde ese día forma parte de esta comunidad de hombres.
Para ser Bombero Voluntario de La Boca es necesario residir por los alrededores del cuartel. Cuando sucede una catástrofe se manejan con una sirena que alerta a los compañeros a dirigirse inmediatamente al cuartel.
-“Acá hubo un incendio un sábado a la noche. Se casaba un bombero y lo tuvieron que agarrar entre los familiares porque sino se iba al incendio… Bueno, qué se yo, quizás aprovechó la boleada y… (Risas) Cuando Eduardo habla es síntoma que va a hacer alguna broma. Es bombero pero tiene la picardía de un cómico de teatro de revistas.
-“La gente, cuando no sabe a quién llamar, llama a los bomberos. ¿Llamamos a la policía? ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a Defensa Civil? Tampoco. ¡Llamemos a los bomberos!”-.
Generalmente, un bombero apaga incendios. Sin embargo, no es este el caso. Manuel es el que toma la palabra. –“Un día de verano, atiendo el teléfono y le pregunto ¿Cuál es su problema, señora? Y me cuenta: -“mire, señor, me dejaron un departamento porque la gente se fue de vacaciones. Se cerró la puerta y quedaron las llaves adentro. Tengo que cuidar al perro que está en el baño en un quinto piso. Y a mí se me ocurrió que como ustedes tienen escaleras…” ¡Y durante quince días pretendía que le tiremos agua y comida al perro!”-
-Y ¿vos qué le contestaste?.
-“No, señora. Nosotros no podemos hacer eso”-. (Risas)
Una manguera cuesta 400 dólares, vestir a un bombero con el equipo apropiado 2000, las botas que usan tienen un valor de entre 200 y 300 dólares, la comida, los artículos de limpieza, los botones dorados de los uniformes. A pesar del costo que implica el oficio de ser bombero, ellos son los que se ocupan de solventar hasta el último gasto.
-“Que el Estado llene a la institución para comprar el equipo, la espuma para los siniestros, elementos de emergencia, todo lo que vos quieras, no al hombre.”- Afirma Panunzio (el Comandante) con la convicción que unos pocos pueden sostener pese a todo.
Hace pocos años se consiguió la jubilación del Bombero Voluntario. Antes eran veinticinco años de oficio, ahora son treinta. Pero el ser voluntario es una manera de elegir el modo en que quieren vivir y la manera de hacerlo también. Creen que la solidaridad no se vende ni se paga.
En el comedor, sobre la mesa rectangular de madera, hay muchos ceniceros con una veintena de cigarrillos consumidos. Mientras el mate sigue la rueda de manos por las que pasa, cada uno tiene una anécdota un tanto insólita para contar. Por ejemplo, un amigo de Julián que es músico, le pidió si podían transportar los instrumentos con el auto bomba, una sábado a la noche. -”Alquilá un flete, hermano”-, fue la sutil respuesta de Julián.
“-Una noche, en 1975, Huracán y River jugaban acá. Venían los hinchas de River, no estaban los de Boca y, decían “que toquen la sirena”. Eran como 200. Tenemos dos Winchester (rifles antiguos) el año 1876. Iban a romper todo. Cuando hicimos trac- trac salieron todos corriendo”-. (Panunzio sostiene el arma con las manos y hace como que la amartilla. Es una mezcla entre Bugs Bunny y Shwarsseneger disparando con una zanahoria). –“Si no hacíamos eso nos hubieran roto todo el cuartel. Tambien nos piden si los podemos hacer entrar a la cancha. Se te meten todos acá al cuartel, los que vienen a pegar y los que vienen a pegar a los que vienen a proteger”-.
Panunzio es divertido cuando habla y lo sabe. Espera todo el tiempo a terminar una frase para ver las carcajadas de sus compañeros. Se parece mucho a Eduardo. Es muy expresivo y hace un sin fin de movimientos casi sin darse cuenta. Señala con un dedo, se estira, se para, se sienta, mueve las manos, juega con un cigarrillo.
“-Un señor – cuenta Octavio – vino acá, tenía una calesita, le habían dado desalojo. No tenía nada. Entonces, vino acá a buscar un avión para que le hagamos la mudanza de la calesita (Risas). Esperá lo que quieras. Eso es lo que te decía. La gente cuando no sabe a quien recurrir llama a los bomberos. Van a los bomberos de la federal pero ellos los mandan acá”-.
La Federal. Cuando Panunzio habla de la Federal se le frunce el ceño; hace un pequeño silencio y rápidamente sale de la situación de aprieto con un pequeño chascarrillo. “-Apagá el grabador”-. (Risas) –“¿Sabés lo que pasa? Yo no sé cuál es la realidad de esto, por qué hay tanto problema entre los bomberos, la policía y los bomberos voluntarios. Nosotros no tenemos ningún problema con ellos. No quieren entender lo que nosotros decimos. Yo no me quiero hacer cargo de un siniestro. No quiero decir que soy el dueño de la zona. Lo que quiero decir es que dejen trabajar tranquilos a los bomberos voluntarios. Si hay que trabajar, se trabaja”-.
Hace 114 años se fundó la primera institución de Bomberos Voluntarios del país. Son muchos años de roces entre tres instituciones. Panunzio propone constantemente tratar de trabajar en conjunto, buscar un idioma intermedio que, en última instancia, beneficiará a toda la sociedad. Pero la lucha sigue con informes falsos que la federal eleva a las autoridades.
-“Ellos manejan las cosas, personal pago, ellos tienen tiempo, nosotros no lo tenemos. Si hoy se nos ocurre limpiar, yo me voy a las duchas, Julián se encarga del comedor. Esto es así”-.
Panunzio termina de hablar, baja la mirada al suelo y se detiene en un punto fijo, como recordando viejas asperezas de la disputa que no va a ventilar. Se hamaca en la silla y enciende un cigarrillo más. “-Hace 25 años que estoy en esto y siempre digo, si fuera por la gente, hace 24 años y medio que hubiera dejado de ser bombero”-.
Afuera del cuartel, sobre la calle Brandsen, el aire del atardecer comienza a soplar las primeras brisas. El sol esfuma sus rayos y Miguel Panunzio se queda parado en la puerta para contemplar la naturaleza más auténtica que se refleja en lo alto del cielo. Seguramente, pensará que a los pocos que quedan hay que cuidarlos y, recordará alguna anécdota para tirar sobre la mesa, otra vez, y provocar así las risas de aquellos que lo escuchen, para afirmar, a ciencia cierta, que los Bomberos Voluntarios de La Boca son una especie en extinción.

Texto agregado el 14-09-2007, y leído por 130 visitantes. (0 votos)


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