Capítulo 1: Una Reunión por la Necesidad
Era de noche en el campamento. La luna estaba llena y hacía bastante frío. La fogata estaba encendida con varios soldados calentándose en ella. Luego, una persona encapuchada aparece por la orilla del bosque. Los soldados, al darse cuenta que se acercaba, se levantan y saludan. Esta, sin tomarlos en cuenta, prosigue su camino. Se dirige a una tienda al centro del campamento, deja su báculo en la entrada y, sin pensarlo dos veces, entra.
Adentro de la tienda el aire estaba denso y había bastante niebla. Como si misteriosamente esta surgiera del centro de la tienda misma. De repente, como apareciendo de la nada, se asoma una cabeza algo transparente de un viejo. La verdad, no es que fuese “algo transparente”, sino que realmente se podía ver a través de él. Es como si fuera un espíritu o un fantasma de un viejo. La fuente de la niebla era el viejo mismo. Pero, independientemente de no tener un estado corpóreo y de la niebla que lo rodeaba, sus facciones eran visibles. Las arrugas sobre los ojos, su larga barba blanca, su semi calvicie, todo estaba ahí, y todo denotaba un profundo aire de sabiduría e inteligencia. Entonces, el encapuchado se descubre la cabeza. Una mujer de cabello rubio y ojos azules se escondía por debajo de la capa.
- ¿Me mandaste a llamar Ezalor? – Pregunto la mujer.
- Si Rylai… si – Respondió con una voz fuerte pero lenta – toma asiento por favor.
- Te escucho entonces – apuró Rylai sentándose.
- Tranquilidad niña, tranquilidad – le respondió Ezalor – el apuro lleva a la precipitación, la precipitación a la irresponsabilidad, y la irresponsabilidad a tomar las decisiones equivocadas.
- Lo siento Ezalor… es que me dijeron que era importante y me impacienté – se excusó.
- Todavía tienes mucho que aprender… especialmente si quieres llegar a formar parte del consejo – le dijo mirándola fijamente a los ojos.
- ¿De qué estás hablando? – respondió sorprendida – Es decir… por supuesto que me gustaría, pero eso es imposible… soy muy joven…
- …Pero talentosa e inteligente – le agregó Ezalor.
- Pero sin la influencia necesaria – dijo suspirando.
- O sea, ¿Lo has pensado? –
- Bueno… la verdad, si – reconoció.
Ezalor la examinó con la mirada, la miró directamente hacia los ojos. Parecía como si intentase leerle los pensamientos. Rylai no pudo resistir mucho tiempo esa mirada, por lo que se ruborizo y bajo la cabeza.
- No tienes de que avergonzarte niña – dijo rompiendo el silencio – es más, creo que harías un buen papel.
- ¿Tú crees? – respondió Rylai levantando la cabeza y con un brillo en los ojos.
- Si, pero no estas lista todavía – le respondió – Pero ahora vamos a por lo que te llamé… Estuve pensando, y llegué a la conclusión de que debemos analizar el pasado para poder entender como fue destruida La Legión de Fuego –
- Y eso… ¿con el prop… - empezó a decir Rylai.
- Me extraña Rylai – le interrumpió Ezalor – Con el propósito de ver si esa manera sirve para poder acabar con La Legión de la Peste.
- Pero Ezalor… entre nosotros no hay nadie, sin contarte a ti claro, que sepa sobre los tiempos antiguos – dijo Rylai.
- Me halagas, pero ni incluso yo se tanto sobre los tiempos antiguos como los invitados que espero ver hoy –
- ¿Invitados? – preguntó con sorpresa Rylai.
- Veras… en la tierra no existen solamente los humanos… - empezó a decir, pero se detuvo al ver una figura en la puerta.
Era un hombre de unos treinta y cinco años aproximadamente, rubio y de cabello largo. Llevaba una armadura completa adornada con figuras de leones dorados, una capa extremadamente elegante de color azul y de su cinto colgaba un mazo de metro y medio.
- No era mi intención interrumpir – dijo este – Pero creo haber escuchado algo interesante… ¿De qué invitados estaríamos hablando?
- Pasa, Purist, pasa y toma asiento… mejor que estés presente, así no tengo que decir esto dos veces – Dio un largo respiro y comenzó – Como iba diciendo… en la tierra existen más especies que la humana, y no hablo de las irracionales… por lo tanto, no somos los únicos afectados por esta amenaza.
- ¿El punto es? ¿y que tiene que ver eso con tus invitados? – le preguntó Purist.
- Que no somos los únicos enfrentando a los demonios, y la verdad es que solos no somos una amenaza para ellos. Eso ya quedó demostrado en Lordareon. Creo que mi punto esta suficientemente claro.
- En parte sí, pero… - respondió receloso Purist - ¿son acaso estos invitados tuyos los aliados que esperas?
- ¿Es que acaso no es obvio? – dijo repentinamente Rylai – Ezalor quiere que los humanos nos aliemos con los elfos.
- ¿Con los elfos? – respondió Purist - ¿Cómo en las antiguas leyendas? Lo veo difícil, esa raza de cabezas duras no se “rebajarían” a formar una alianza con “seres inferiores”. ¿Era acaso sólo eso por lo que nos mandaste a llamar? Yo te hacía más sabio Ezalor, y no tan infantil como pretender una alianza con los elfos.
- Reírte no demuestra nada más que tu estupidez Purist… - Purist se levanta, desenfunda su mazo y mira amenazador a Ezalor - …siéntate, baja ese mazo y escucha alguna vez en tu vida… que es bastante corta a todo esto – le dijo con dureza Ezalor.
- Maldito fantasma… - dijo enojado Purist pero sentándose aún con el mazo en las manos.
- Así esta mejor… y a propósito, no soy un fantasma – dijo Ezalor.
- ¡Que importancia tiene lo que seas! – le gritó Purist, pero luego agregó más tranquilo – Lo que me importa a mi es cómo pretendes lograr una alianza de cuentos de hadas, por que, mientras tu sueñas despierto, yo me preocupo del bienestar de este campamento… no es fácil dirigir ¿sabes?, deberías ayudar y ser un buen soldado. Desde que te revivieron no te he visto luchar nunca… ya empiezo a dudar de tus “renombradas habilidades”.
Ezalor permaneció inexpresivo mientras Purist hablaba. Cuando este guardo silencio, Ezalor siguió observándolo. Pero, a diferencia de Rylai, este le mantuvo la mirada, como si lo estuviese provocando a demostrar su poder. Ezalor suspiro y dijo:
- Que bueno que terminaste, ya estaba empezando a aburrirme – Purist abrió la boca para replicar pero Ezalor fue más rápido – ¡CALLA HOMBRE! En mis tiempos existía el respeto. No voy a darte ni explicaciones, ni demostraciones de poder, ni consejos, ni ayuda alguna… al menos por ahora… pero lo que sí vas a recibir de mi es una orden. Sí señor, una orden con la autoridad del alto mando, y más te vale por lo más preciado que tengas en hacerme caso. Eres un buen soldado, pero no sabes pensar, y por eso existen personas como yo, no me salgas con lo de fantasma de nuevo o en ves de hablar vas a mugir, que tienen que hacerlo por personas como tu. Ahora bien, vamos a salir a un claro del bosque a juntarnos con mis invitados. Ustedes me van a acompañar por dos razones: la primera, yo los elegí… y la segunda, que importa la segunda, con la primera debiera bastarles. ¿Fui lo suficientemente claro capitán Purist? – este asintió, aunque de mal grado – bien, ¿estás lista niña?
- Si – respondió tímidamente la aludida.
- Bueno, ahora que ya saben, es hora de partir… vengan conmigo – diciendo esto salió de la tienda.
Rylai estaba asombrada, nunca había visto a alguien tratar así al capitán. Purist estaba furioso, se sentía estúpido, ahora se daba cuenta que Ezalor lo había sacado de sus casillas apropósito para que lo enfrentase y así poder demostrarle, con testigos, quien mandaba a quien. Pero ambos no entendían qué se proponía, ni entendían por qué debían acompañarlo. Independiente de sus dudas, se pararon y salieron tras él. Lo que si sabían era que no querían verlo enojado.
Una vez afuera, Ezalor hizo un movimiento de manos y algo de niebla se condensó entre sus manos formando un báculo. Luego se concentro más e imponiendo sus manos hacia delante creó a un corcel de la niebla. Este era un caballo de la misma condición espectral de Ezalor, y ya estaba ensillado. Lo montó y se dirigió hacia el bosque. Rylai tomó su báculo que había dejado en la entrada y fue tras él junto con Purist.
Se internaron en el bosque con Ezalor a la cabeza. Los árboles estaban grises y las hojas parecían que fueran a caerse en cualquier momento. No se veía la luna y la oscuridad entre los árboles era cada vez más densa. No había ninguna señal de animales nocturnos. Todo estaba en silencio. Solo se escuchaban las fuertes pisadas de Purist y su tintinear metálico.
- Esto cada vez está peor, es como si la misma vida del bosque se estuviera perdiendo – dijo de repente Rylai.
- Eso es exactamente lo que pasa mi querida niña – le respondió Ezalor – Los muertos vivientes están corrompiendo a la tierra misma, incluido todo los que existe en ella. Ya sean seres vivos o inanimados. El mismo aire se vuelve vicioso. Y se seguirá esparciendo mientras no se detenga el avance de La Legión de la Peste. Pero ahora guarda silencio… o al menos todo el que te sea posible – dijo mirando a Purist con desdén.
Este hizo el ademán de responder, pero al final se enfurruñó y guardó silencio. Ya no soportaba los comentarios de Ezalor, pero no tenía ganas de seguir discutiendo y mucho menos en medio de ese bosque. La sensación de estar siendo visto no se la podía sacar, pero, por más que mirase para los lados, no era capaz de encontrar señal de algún vigilante.
Después de caminar por unos quince o veinte minutos Ezalor se detuvo. Enfrente de ellos había un claro alumbrado sólo por la luna. Había alguien allí.
- Estamos en terreno neutral y en son de paz, a si que, pase lo que pase, contrólense – les advirtió Ezalor.
- ¿Perdona? – le preguntó Purist.
- Ya lo entenderás – le respondió Ezalor.
Y diciendo esto, desmontó, hizo desaparecer al caballo y se adentro en el claro. Rylai y Purist dudaron, pero ya estaban allí, por lo tanto no les quedo otra que seguirlo.
- Llegas tarde, espíritu – dijo una voz muy ronca y fuerte – al parecer todavía conservas características de tu raza.
- Hablas como si los hubieses esperado desde hace mucho – le respondió una voz femenina y melodiosa – Pero llegaste solamente poco tiempo antes que ellos.
- Como si los maestros elfos fuesen un ejemplo de puntualidad – dijo una tercera voz, bastante ronca y raspada.
- Lo importante es que ya estamos todos aquí y podemos comenzar de una buena vez – respondió Ezalor.
Rylai y Purist estaban mudos. Enfrente de ellos había orcos, elfos y un enano. Lo más desconcertante era que no estaban luchando.
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