Después de mucho sufrimiento aquel verdugo ceso.
Encendí mi cigarrillo,
La oscuridad invadía mi habitación.
El humo devoraba lo sombrío de mi tortura,
Aquella habitación era una cruel prisión.
Su inmensidad envolvía mis pensamientos,
Sus largas paredes hacia retumbar las palpitaciones de mi corazón,
La tranquilidad huyo,
Me llene de valor,
Tome mi poco orgullo
Decidí ir. Decir lo que sentía,
Posiblemente cambiaria las cosas
Y terminaría con esta agonía,
Que acercaba el futuro de mi muerte al presente,
Me dirigí hacia ella la bese,
Me postre a su lado,
Me arrodille y pedí a los dioses valentía,
Le dije cuanto la amaba
Como nunca lo había hecho,
Las palabras fueron tan pocas,
Mi lenguaje era tan pobre,
Mis sentimientos revivieron,
Y al final un simple Te Amo surgió,
Pero nada cambio, ella con su fría mirada callo
Y aun después de tanto tiempo y tantas palabras
Nada ha cambiado
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