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EL PRESENTE

Mientras miraba el paisaje nocturno por la ventanilla del auto, reapareció en mi mente el recuerdo de cuando era niño: fingía estar dormido, para poder ve a Papa Noel. Siempre me acordaba de eso en época de navidad.
Llegamos a la casa de la abuela. Mamá le pagó al remisero y nos dirigimos a la entrada. En mi mente se sucedían todas las navidades que pasé en ese lugar. El aroma del asado se hacía notar.
Los niños de ahora, los nietos más pequeños, jugaban con cohetes. Recordé cuando tenía esa edad y con mis primos hacíamos los mismos experimentos: poníamos fosforitos en una botella y nos decepcionábamos del pobre espectáculo. En las navidades se festeja la nostalgia; se delata, de una forma casi palpable, el paso del tiempo. El tiempo es implacable...
Llevaba unos budines en una bolsa; hechos por mamá. Mis hermanos más chicos lucían sus ropas nuevas. Yo, me vestí más pensando en el baile al que iría después, que en la fiesta en casa de la abuela. Estaba impaciente por comer el asado; creo que todos también lo estaban.
Cruzamos la entrada y caminamos por el amplio pastizal prolijamente cortado. Algunos arbolitos estaban decorados con guirnaldas de colores. Tenía unas ligeras ganas de fumar; mi hermano mayor, también.
Se tardan unos treinta segundos, más o menos, en llegar, desde la entrada, a las mesas a un costado de la casa. Debajo de un enorme mango, alumbrado por un solo foco, un tipo estaba pasando música.
La casa se interponía invariablemente entre nosotros, que caminábamos en dirección a ella, y el asado, que presumía su aroma.
En otros tiempos se celebraban las navidades del otro lado de la manzana, en la antigua casa de mi abuela, donde mi madre con sus once hermanos vivieron su infancia (y yo también gran parte de la mía). Recordé, de esa casa vieja, ahora abandonada -o habitada por algunos fantasmas quizás- el olor que tenía el baño: un, olor creo yo, como a jabón. Había junto a la casa vieja un árbol de mango, muy grande; uno de palta, más chico, al cual solíamos trepar.
Llegamos donde estaban las tías sentadas en semicírculo; entre ellas, la abuela. Sonreía ella, como siempre. Saludamos, una a una, a las tías. Todas me preguntaban cómo me iba en la facultad; a todas contestaba con el monosílabo habitual: "bien". Llego hasta la abuela, y sus ojitos claros me miran, brillantes. Sonríe al verme y se pone muy contenta. No dice nada, sólo contesta mi saludo y me besa en la mejilla y yo la beso también... Mi papá se dirige hacia donde están mis tíos. Mi mamá se sienta junto a sus hermanas y, de no sé qué, ya se empiezan a reír a carcajadas.
Me olvido temporalmente de mi familia y miro, vacilante, hacia un punto al que pueda ir. El lugar me parecía, en ese momento, gigantesco... Una prima, de mi edad, se me acerca y me saluda. Fuimos compañeros en la secundaria. Me hace la pregunta que ya me habían hecho otros y luego yo le pregunto también lo mismo. Hacía tiempo que no la veía; me alegraba mucho volverla a ver. Pronto se acercó a nosotros su novio, amigo mío y ex-compañero también.
Luego de preguntas y re-preguntas, a cerca de temas generales, afloran los recuerdos de la secundaria, y viejas anécdotas. Les pregunto sobre otros amigos y ellos me preguntan si vi a fulano o si ya me encontré con sultano y cosas por el estilo.
Nos sentamos en alguna parte de la mesa larga, cerca del árbol de mango, y enciendo un cigarrillo. Me viene a la mente las veces que nos escondíamos tras la casa, yo y algunos primos, para fumar escondidos de los mayores.
En un momento de silencio, en la charla con mi prima y su novio, recorro con la vista todo el lugar y me detengo a observar a cada persona. Pienso, otra vez, en el paso del tiempo y en la nostalgia. La melancolía amenaza con apoderarse de mí, pero logro escapar a tiempo: distraigo mi mente con el recuerdo de alguna chica que todavía no vi desde que llegué al pueblo.
Consuelo las ganas de masticar ese asado, comiendo un pedazo de pan; tamborileo con los dedos la mesa y miro hacia donde está el fuego y la carne.
Me pregunto si otros en esa reunión familiar piensan igual que yo acerca de la navidad. ¿Le invade la nostalgia a alguno de ellos? Algunos personajes se mantienen aparentemente iguales; otros, como yo, acusan el paso del tiempo con toda evidencia. Veo correr a unos sobrinos; veo a algunos primos que devinieron en padres y madres; alguna tía ya parece toda una abuela; mi mamá ya es abuela, pero no lo parece todavía. Algunos siguen el ciclo de la naturaleza y están en el mismo lugar que estuvo su padre o su madre tiempo atrás, y son sus hijos los que juegan lo mismo que jugaron ellos en otra época. Otros se salen del círculo y hacen algo que todavía no se ha hecho. Me pregunto en cuál de estos dos grupos estaré, en los siguientes años... ¿Sigo, acaso, todavía en el ciclo de la naturaleza?
La nostalgia de las navidades pasadas me trae invariablemente la incertidumbre de las futuras... Por suerte me interrumpen unos primos que vienen con bandejas, trayendo el asado humeante. Unas tías sirven las ensaladas y la sopa paraguaya. Yo me sirvo vino tinto, y una porción de carne. La ensalada rusa tiene arvejas (y eso es bueno, porque a mi me gustan). Al otro extremo de la mesa, mis tíos se ríen de no sé qué. Me olvido de la melancolía; ya estoy compartiendo y riendo con otros que están sentados cerca mío. Mi hermano mayor prefiere el vino igual que yo... Caigo en la cuenta de que quiero mucho a esas personas.
El futuro será incierto, el pasado irrecuperable; pero el presente me llama ahora y me quedo a festejarlo en esta navidad.

Texto agregado el 13-09-2007, y leído por 747 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
30-09-2007 Qué hermoso, me trae tan lindos recuerdos de las fiestas con toda la familia cada vez más numerosa, lástima que últimamente parece que el ciclo se hubiera acabado, ya no es como antes, cada uno festeja por su lado. andrula
14-09-2007 Remembranzas que van surgiendo en una fecha muy especial. Una narración en donde no te privas de anécdotas, lugares, personajes, momentos e historias. El futuro se verá, el presente bien vale ahora. Shou
14-09-2007 Bueno, debo felicitarte muy sinceramente por este relato. Nostálgico, recuperador de un pasado más o menos como el de cualquiera que haya sido feliz alguna vez en su vida, y que ahora, al evocarlo, se vuelve a vivir con intensidad. Excelente prosa, sin duda alguna.+++++ crazymouse
 
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