El Plagio
El idioma español, tiene más de 20 letras entre vocales y consonantes, para ser exactos 26 o 27 si se cuenta la “ch” como en “chato”, y hasta 28 si se cuenta también la “ll” como en “llave”. Pero no importa la cantidad, que según el idioma tiene, más o menos es ese conjunto de letras. El español que según la época se hablaba más florido que ahora, y también según a quien uno se dirigía. “Vuestra merced” ya no es usado en nuestro tiempo, aunque sí “su santidad” refiriéndose a un Papa, aunque no se porque lo llaman así, ya que de santo no tiene nada. Ellos son falibles como cualquier ser humano y creo que van al baño como cualquier mortal. Pero dejemos eso de lado. A lo que voy es que tanto el “Don Quijote de la Mancha” como cualquier revista que se puede comprar a bajo precio en la calle, se manejan con el mismo abecedario, si está escrito en español. Un abecedario es un conjunto de letras de un idioma y es usado con más o menos talento por una u otra persona. ¿Quien puede asegurar que cualquier poema, o novela, o cualquier otro escrito literario, no fue ya pensado y escrito hace cientos o miles de años? Con las mismas palabras o por lo menos el mismo sentido con que todos nosotros escribimos nuestros trabajos. Como dijo muy acertado el rey Salomón en el Antiguo Testamento “no hay nada nuevo bajo el sol”. Todo vuelve a surgir tarde o temprano. Y principalmente las ideas. Cuando alguien en el remoto pasado inventó una máquina elemental en forma circular que puede girar sobre un eje, y le colocó encima una tronco inventó sin saberlo un auto bastante primitivo es verdad, empujado con los pies, pero que rodando cuesta abajo le ahorraba energía y tiempo. ¿Con eso se podría decir que Henry Ford plagió un coche? No para nada, le agregó algunas cositas más y los vendió como un invento suyo. La idea principal fue la misma. Cuatro ruedas que giraban. Por lo tanto nada de lo que nosotros ideamos, decimos, escribimos, no se puede afirmar que alguien en un pasado ya lo ideó, dijo o escribió. Como no lo sabemos, creemos que salió de nuestro pensamiento. Yo no he leído a ningún autor latinoamericano, por que no me interesan las novelas, ni los poemas que verdaderamente me aburren salvo muy pocos elegidos. Como ustedes pudieron leer, yo no escribo poemas, sino escribo “versos”. La poesía es una expresión artística que está sujeta a la medida y cadencia. Lo que yo escribo y que llamo “verso” no tiene ni medida, ni cadencia, sólo tiene que rimar, hacer pensar o reír. La literatura que me interesa es muy específica y no se la encuentra ni en Luis Borges, o Mario Benedetti, pero si en Trigueirinho, un brasilero, o Víctor Sueiro, un argentino, sólo para nombrar latinoamericanos, sin mencionar norteamericanos, ingleses y alemanes entre otros. (Eso es lo bueno cuando se hablan varios idiomas) Tengo en mi biblioteca varios cientos de libros, y si encuentro un libro con un tema afín a lo que me interesa y el precio no es exorbitante, lo compro. Muchos de mis libros son de segunda mano, porque lo que leo es su contenido, no miro si su tapa u hojas están en mejor o peor estado. Y si encuentro un buen libro a bajo costo estoy tan feliz como un niño con un nuevo juguete. Por lo tanto, todos nosotros plagiamos ideas que fueron pensadas, habladas, cantadas, o escritas hace mucho tiempo, y no por eso copiamos de otros. El pensamiento es el único “material” que no está prohibido ni en países totalitarios.
|