vuelvo a ver igual que ayer
un baile de meta y ponga
y un vivir para querer...,
Un pasito atrás por aquí.
Por un momento me encontré sola a mitad de la noche, con el bolso en la mano y los pies desbordando mis tacones de charol. Casi no percibí el frío, pero el ruido opaco del centro me hizo pensar en el tiempo y la distancia. ¿Porque no habrá camiones a esta hora si hay gente trasnochadora (como yo) que vive lejos? Se que siempre puedo esperar un eco, pero odio los taxis. Siempre me pasan cosas raras. ¿Porque no me he comprado un coche? Cada viernes es lo mismo: salir fatigada del trabajo y llegar fresquita a la milonga. Amar el tango. Bailar con los amigos…pero llega un momento en que te das cuenta que, contrario a los demás, no llevaste pareja y ahí no vas encontrar; así que tomas tus cosas, un beso para todos porque no se puede mas que pensar: debo poner los pies fuera de aquí.
Otro avance más por allá
Apenas iba a unos pasos del salón, aún escuchaba en las notas del amplificador que chirriaba un tango viejo -de esos cuya tonadita se pega, como el sabor amargo que deja el tinto en la boca- cuando me lamparearon unas luces. Nunca falta el guey que se va con la finta y acerca su troca. Te llevo. Súbete. Vámonos. ¿A quién esperas mamita? ¡ash! no puede uno usar medias de red en Monterrey sin que la tachen de puta. De buenas que la calle es de un sentido, camine un poco hacia atrás, allí el guey no me pudo seguir y no le queda mas que avanzar para allá.
La sentada limpia
Lo primero para salir de cualquier zona del centro es ir al centro. Entre el ámbar parpadeante aborde un taxi. El aromatizante a fresa se puede superar con las ventanillas abiertas , ventaja de sentarse atrás, pero el escándalo del chofer presumiendo con la frecuencia que sabe hablar en clave zumba en mi cabeza…pienso en un lugar feliz…lugar feliz…corrientes tres 3 4 8 segundo piso ascensor… seguro fue un lugar feliz. Pinche tonadita. ¿porque manejará tan despacio? Claro, lo olvidaba, los cruces de las avenidas principales se ponen un poco más lentas y peligrosas en fin de semana: hay antialcohólica. Ya tienen orillados como a cinco coches y cada uno se arregla a como puede para salir. El oficial abanica su libreta. Lentamente nos dejan pasar. Aparentemente la policía piensa que los taxistas no toman, quizá el chofer del taxi no esta tomado pero, todo regio reconoce en esa cara y esa panza su agrado por el caguamón.
Y después
Si hay algo que no falla esa es la iniciativa de los taxistas por sacar platica justo a medio camino entre queriendo ligar o tratando de que el viaje sea ameno, pero fin de cuentas todos se sienten confiables y sobretodo agradables. Apenas les indico a donde voy y ya se agarraron.
- ¿usted no es de aquí verdad?
- Si
- Ah, es que como que habla con otra tonadita… ¿viene del trabajo señorita?
- No.
- ¡Ah! va para el trabajo.
- No. Vengo de bailar.(respuesta tonta)
- Y si no es indiscreción ¿en que teibol baila?
- En ninguno
- Ándele, entonces ¿puros privados?
- No, vengo de un salón de baile.
- Ah esque, pos como la veo así muy arreglada y todo yo pensé…
- Pues no piensa usted muy bien. ( si, con estas medias todos te tachan de puta)
- Disculpe señorita.
- Es porque bailo tango.
- Uy señorita, tangos, yo nomás bailo cumbias pero eso si bailo en todas las bodas toda la noche.
- Ajá.
- Para pa para papan parapapa pa pa pan…
- (que original) Eso es un danzón
- Uy siempre me sonó a tango.
- Pues es un danzón
- Mejor me callo ¿verdad?
- No se preocupe, ya llegamos.
Viene el taconeo final
Llegar a casa de madrugada no es fácil; no es cuando se es adolescente y no lo es cuando creces. Siempre hay alguien dormido: los padres, la pareja, los vecinos… pero que más da, uno puede solucionarlo, hay mil técnicas de sigilo, son unos últimos pasos antes de aventar los zapatos que ya no se sienten tan cómodos, de acostarse y dormir; así que cierro despacio la puerta del coche que con un arrancón solidario sigue su camino y me decido a caminar sigilosa a la casa pero mis planes se arruinan al no contener la risa cuando me doy cuenta que procurar no hacer ruido no sirve de mucho cuando uno pisa un zapato sin tapa.
Martha García
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