La sensación crece, aquello que estuvo dormido durante años, vio una vez más el cruel despertar con el crujir de otro espejo de sueño destruido en su oído.

El palpitar del fluido carmesí entre sus venas, la visión nublada buscando a un único objetivo, la sonrisa retorcida de los dientes descubiertos y las garras afilándose en búsqueda de la presa que colme su venganza.

Ese picante sabor de causar caos, de destruir el orden que pueda tener un ser en su interior, saciar su sed por medio del sufrimiento y muerte.. En esos momentos en donde cada herida que recibes se vuelve en una droga de adrenalina, llevando tu cólera a los niveles más extremos..

Desatar a la bestia y juegue con los destinos de aquellos que la hirieron en primer lugar, buscando en su rápido trepidar en el torbellino de la vida, el terminar aquello que lo lastimó o que la herida se vuelva mortal y él caer en el olvido y por lo tanto en el descanso que le pueda dar el beso de la señorita de la muerte.

Tres veces en 5 años, ha llegado tal punto en mi existencia, en donde por unas cuantas horas, olvido buscar el bienestar de aquellos a quienes amo en este planeta y busco nada más el desangrar el veneno que sólo el odio y resentimiento son capaces de engendrar en mi errante e impulsivo corazón, veneno que adormece la lógica y toda capacidad de auto control.

Y en estos últimos momentos, en que llegaré al orgasmo climático de mi enojo, expulsando lágrimas que ojalá fueran la mala sangre que recorre mi ya pecador cuerpo, dejo escapar un último alarido que destruye todo aquello por lo que fui bueno y sacrificado ante el eclipse de mi ser...