Sabemos que nadie leerá esto. Bueno naturalmente no se debería escribir para nadie más que para nuestras dilatadas pupilas. Seguramente hubo en estas descabelladas tierras dioses que escribieron solo para ellos. ¿Algún dios griego?

Homero no lo sabe. No sabe nada el hombre que sufre un tremendo nombre del hombre de dudosa existencia. Homero no entiende nada, nunca entendió nada. Sus ilusiones se han ido perdiendo por caminos que el esta seguro nunca ha transitado. Ahora esta en una cuesta que esta seguro que su aliento no le permitirá acabar. Se le presenta el temido fracaso. Del que tanto cuido su amada madre, si alguna vez la tuvo, nadie lo sabe probablemente no lo sabe ni el mismo. El fracaso inexorable en esta ocasión, fracaso que pronto derrumbara el muro infranqueable de sus esperanzas y las de sus sombras que por ahora creen estar seguros resguardados por el muro que nació y creció con homero. Homero esta perdido, siempre lo estuvo. Homero tiene miedo, lucha sin tiempo. No quiere que las sombras de esperanza se derrumben con el. Hoy ya no tiene otro camino. La derrota pronto se acerca. Su vida es un fracaso. Eso lo sabe homero desde que se decidió a ser escritor. Desde que comprendió que la literatura es solo para el.

Es precipitada la profecía de fracaso. Eso dicen los libros reinantes de autoayuda, la basura editorial que puebla los escritorios y las librerías que deberían tener buenos libros como los de Borges. Los de onetti. Los de bolaño, sobre todo las de el. Las de vallejo. Las de parra. Y libros interminables que deberían reinar en cualquier biblioteca.

Homero nunca estará en ninguna librería por más que escriba libros de autoayuda ¿ni así? Pues ahí si estas jodido tío. Homero siente el fracaso pronto y bueno ahora solo le queda resignación de no haber conseguido la diosa que nunca tuvo. De no haber escrito los versos que quiso escribir. De partir de estas descabelladas tierras sin nada. Sin ese poco que el fracaso le impidió disfrutar.