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La rebeldía del sol me catapultó abruptamente de la bufa sagrada, nocturna, a la conciencia dolorosa de una resaca a ron y melaza de lunas, a besos inhóspitos de susurros grisáceos y desnudez marroquí libre de pecado.

Mis ojos sufren como si soportasen el peso de mil avispas africanas revoloteando sobre tu infinito. Aromas a saúco y anís entreabren levemente mis pupilas. Inti ya es lava a puro trigal que atraganta. Descubro que hoy es nuevamente incierto destino.

Esa sensación tan eterna y tan nueva me recorre, me persigue y, espero, me asalte. Como heces de truenos y tormentas del Anticuario Perpetuo, busco otra vez, por si acaso hoy, la novedad de desvanecerme rojizo y cruel. Ahora, ayer y siempre mañana.

Logro incorporarme. Puedo persignarme como cada día, con el júbilo macabro de aquella cuna ébano donde pedí por primera vez.

Caracoles níveos y ocres aún en el cielo suave me guían al aljibe áspero, ferroso, de aguas buenamente frescas. Migajas de soplidos comienzan levemente a hacer puerto en mis costas. Bebo, enjugo mi letargo y gotas almíbar descienden egregias, felices de mi barba carrara. Bebo otra vez.

Cruel y aún distante comienza a juguetear conmigo, de a poco, como madre cariñosa a culpa y tiempo enano.

Esquiva, no te puedo asir cual hogueras doradas a puro rubí.
Inhóspita, etérea, erupción y rocío, es camaleón y cacao danzando juntos sobre un puñado de violines acompañando aquel solo vals.
Ya deja de ser delicada de tanto afán por esfumarse y dar tan indeseablemente leve . . . para que con ello minuto a minuto, me acalle y sobre.

Tabaco rancio en un bolsillo roído, traje robado a puro correr y esconder. Prendo, es el último; lo apuro para que ella abrevie su escondida llegada y yo un desahogado “¡Piedra Libre!” Aún resiste, es lobo y pantera a esta hora matinal.

Con mirada de flecha le fantaseo un favor. De espaldas, corre. ¡Déjame contemplar tu nuca, tus nalgas, sólo ahora! Después, después, seguiremos negociando … ¿sabes que haré inmortales tus secretos?

Comienza la sintonía. Pimpollos de estrellas carmesí aniquilan ya mis efímeros suspiros. Aceitosa, resbala y se encarama entre las venas de mi puño y letra. Sé ahora que debo ser paciente y complacido como gladiolo expuesto a las ínfulas de uvas cristalinas y firmamento marrón.





Por fin, como cisne flamenco y limón me arropó. Garabateamos cansinas estrofas que sólo ella sabe dónde sembrar y cosechar. Musitó:

“Un cangrejo lila y solitario, ojos a toda siesta,
dentro de su pecera a arena estéril y solitaria
posando desequilibrada sobre el lecho del mar.
Profundidad lapislázuli vencida a los pies
de un cañón mohoso, desabrido, opaco,
en la esquina inferior e izquierda
de un inclinado cuadro al óleo,
de girasoles celestes
envueltos en pétalos rosa”

Pregunté con innecesario descaro de mi parte:
“¿Sólo esto?” Sonriendo acarició un suspiro en mis sienes otoñales: “Perdón, es aquí y así”.

Sin más, me dispuse a componer.

Ella
Nano Gutierrez

Texto agregado el 10-09-2007, y leído por 77 visitantes. (0 votos)


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