Deja que me parezcas otra;
que de tu cuerpo surjan otros labios
que digan otros nombres que yo no conozco.

Que seas como el ocaso y
te camufles con los colores.
Que abandones el milagro de ser triste.

Deja que me parezcas otra,
que así tal vez querría mirar atrás
y abrazarte con ese otro cuerpo
que guardaría la otra vida tuya que yo conozco y que,
sólo en este indecible parecer de otra,
sabría perdonar.