-¿Crees que a lo que llaman felicidad existe?-Preguntaba una joven de rojizo cabello, labios rojos, y una piel blanca, ojos pequeños pero muy penetrantes. El tono con el que hizo la pregunta denotaba una angustia, mientras que sus ojos lo confirmaban.
-La felicidad existe mi querida Rocío-Dice otra joven, de cabello negro y largo, ojos penetrantes del mismo color que su cabello, pestañas larguísimas labios rojos como la sangre, y una piel impresionantemente blanca.
-¿Si es así, porque es que yo no la halló, Ailin?
-Cuando recién se creo este mundo, demonios decidieron escondernos la base de nuestra vida, la felicidad, pensaron en muchas opciones donde esconderlas, uno dijo que en la luna, pero el más inteligente reprendió a este diciéndole que un hombre llegaría a la luna y la hallaría, el demonio que antes había dado esa opción le dijo que entonces el diera otra idea, este dijo “los hombres estarán tan ocupados en buscar la felicidad en otros lugares que nunca buscaran en si mismo”-dicho esto, Ailin se retiro de donde estaban amabas hermosas jóvenes.
La penetrante oscuridad de la noche, era una de las cosas que más complacía a Ailin, por lo que decidió ir a pasearse a un bosque cercano a su pueblo, allí la neblina era espesa, la oscuridad repletaba todo rincón, la hojas cafés de los arboles estaban en el suelo, habían flores de todos los gustos.
-Yo halló la felicidad por minutos, la encuentro en los lugares que amo, pero aun no la encuentro en migo misma-Decía con una paz, que conmovía hasta al más terrible demonio- Rocío busca la felicidad en cosas materiales y por instante la encuentra, yo la busco en los lugares que amo, como la noche, y por momentos también la halló pero estos pensamientos me turban cuando admiro la belleza de mi alrededor, solo de mi depende ser feliz… pero, ¿Cómo puedo serlo si se me hace imposible olvidar todo, para poder sentir libremente?
Ailin seguía caminado por el bosque, en cuanto se da cuenta, de una flor, que no era normal, era lila, grande, brillaba con la intensidad de mil soles. Ailin avanzó hacia ella, la flor era hermosa, nunca antes vista, Ailin la arranco de la raíz, y la tomó entre sus manos, la luz desapareció casi por completo, y digo casi, porque aun un pétalo quedaba brillando, Ailin miró ese pétalo durante unos segundos, lo arranco de la hermosa flor, el pétalo tenía algo escrito, decía: “Los sueños son nuestras alas que nos permitirán volar”. Guardó el pétalo en su cartera, y se decidió a regresar a su casa, reflexionado sobre lo que había leído, todo eso le parecía un sueño, ¿una flor mágica? Eso no podía existir en este mundo, que estaba tan limitado, y que rechaza todo lo desconocido.
Ailin se despertó, era una mañana diferente para esta, sus penetrantes ojos negros denotaban una esperanza de felicidad en su vida, bajó las escaleras lucía un hermoso vestido, color morado oscuro, su negro cabello estaba recogido, y sus rojizos labios estaña tan vitales como una flor que ve el sol, cuando nadie aun ha despertado. Se dirigió a casa de su amiga Rocío, esta la recibió con mucha alegría y amor.
-¿Qué te trae por aquí? –preguntó Rocío que vestía una vestido color rojo, como su delicado cabello.
-Solo venía a ver a mi amiga ¿es que ahora ya no puedo?-respondió Ailin con su delicada y entonada voz, capaz de cautivar a cualquier joven en la faz de la tierra.
-Claro que si. Y me alegra tenerte aquí, sube a mi dormitorio.
Ambas amigas subieron, hacia el cuarto de Rocío, estaba pintado color marrón, tenía muchos candelabros, y la luz era tenue.
-Te noto alegre, ¿Qué es lo que te ocurre?
-Ayer mientras caminaba por el bosque, encontré algo que no me lo creerás, peor no perderé tiempo y te lo contaré-Ailin relató con entusiasmo el hallazgo de aquella extraña flor.
-Seguro fue un sueño-Dijo Rocío con tono irónico
-Y si no lo fue y esta es la solución para sacar la tristeza que llena nuestros corazones-Respondió en forma de reproche Ailin.
-¿Tu corazón? Tu no sabes lo que es la tristeza Ailin, he buscado en vano esa palabra que ya para mi no existe, he tratado de ver el amanecer con ojos de esperanza, peor no lo logró, tu no sabes lo que es estar encerrada en cuatro paredes llenas de tristeza y odio-Dice enfadada, y mirando con rencor a los ojos de Ailin-Tu solo crees en cuentos que no existe.
-Ailin por unos momentos no pudo articular ninguna palabra-Tu no me conoces, conozco lo que es la tristeza, y mucho más que tu, no sabes cuan dura ha sido mi vida, pero no importa, no te tengo que dar explicaciones, a quien se cierra a las nuevas posibilidades-Un lagrima recorría su mejilla, mientras pronunciaba estas palabras, luego se retiró de la casa de Ailin, y saco el pétalo de su cartera diciéndose “Lo de ayer no fue un sueño, y cumpliré mis sueños para hallar la felicidad”
Se Dirigió nuevamente a su casa, entro a su dormitorio, abrió una maleta que tenía debajo de la cama, allí tenía muchas letras de canciones que ella misma había escrito, bajó a su dormitorio y se dirigió a su padre.
-Papá, quiero cantar-dijo tan dulce como la miel.
-¿Y que quieres que haga yo con eso?-pregunta extrañado su padre, un hombre de 45 años.
-Te ruego que me pagues una escuela de cantó-Suplica Ailin, desesperada peor esperanzada, con que un nuevo mundo se abrirá ante sus ojos
-Pero hija yo no tengo dinero suficiente como para pagarte una-dice lamentándose el padre, pero al ver la expresión de tristeza de su hija añade-peor te pagaré una con el dinero que he guardado, para que realices tus sueños.
Ailin ingresó a una escuela de cantó, allí se lució como nunca, su voz era tan afinada, tan dulce, su corazón tan empeñoso, cada vez que cantaba una canción suya demostraba tanto sentimiento, tanta entrega con lo que amaba, en la escuela conoció a un joven, su nombre era Daniel Morrison, cabello castaño, y piel blanca, ojos cafés, pero dulces, Ailin comenzó una relación amorosa con él, 2 meses después Daniel le consiguió a Ailin, una compañía disquera, Esta grabó su primer disco titulado “Nosotros, nuestras alas, nuestra felicidad” el disco fue un éxito, la vida le sonreía como nunca, Ailin amaba tanto la vida, a Dios, decidió que ella no iba vivir soñando, sino iba a soñar para vivir con la felicidad que Dios nos da cuando hallamos el verdadero sentido de esta pasajera vida.
Rocío siguió en su tristeza, como siempre, ella no se permitía creer, a veces hay que creer para ser feliz, creer en lo que nadie más cree, vivir de lo que nadie mas vive, hay que ser diferente, ser quien quieres ser, compartir tus logros, tu vida. Hallar la felicidad, en tus sueños, “Los sueños son nuestras alas que nos permiten volar” ¿adonde llegaremos volando? A la felicidad. ¿Por qué tener sueños y dejarlos morir? Es verdad, habrá obstáculos que no nos permitirán cumplir lo que deseamos, pero esos obstáculos, nos permitirán hacernos más fuertes, cumplir nuestros sueños es un camino largo, pero en este camino encontraras mucho más de lo que esperaban obtener, y una vez cumplido nuestros sueños, saldremos victoriosos, llenos de recuerdos valiosos, llenos de fortalezas nuevas, y podremos compartir nuestras experiencias con los demás, y vivir feliz recordando que TU cumpliste lo que te propusiste, y que volaste hacia donde quisiste.
|